jueves, 28 de abril de 2011

Efímero

todo es un retrato
foto que caerá instantes
a pesar del recuerdo
hace amarilla la verdad

el tiempo es un depredador
obstinado en merodear
las semillas de Orfeo.

versitos inspirados en el Club de Pta Alta, mientras aguardábamos la hamburgueseada y bajo un solcito que relamía la piel; todos los poetas tomaban fotos, todos los narradores tomaban fotos, mientras intentaba yo relajarme de las voces circundantes, alejado apenas unos metros de la abundancia creadora...

Victor Marcelo Clementi

miércoles, 27 de abril de 2011

Una ayudita de mis amigos

"esas hembras nos son dulces, no..."


ellas buscan el amigo perfecto
un amigo que las huela
bajo ilusión clandestina
casi un perro

mascota inversamente proporcional
al cubo del deseo idealizado
un fetiche, un payaso que las acompañe
a orinar los falos muertos

ellas juegan escondidas
con el amante dialéctico
fingen un celo salvaje
los pezones reclaman saliva urgente

sin embargo agnósticas
ellas seducen la lucidez del espanto
coquetean ironías
y acaban ante el mejor sarcasmo

ecuaciones que sólo desviste la mente
streep tease del eterno onanista
que eyacula ante el espejo.

Victor Marcelo Clementi

miércoles, 20 de abril de 2011

Teatro de un renegado 2011 plus

Otra apuesta fuerte de Enrique Baigol
Nazis eran los de antes

Enrique Baigol

Nunca se terminan los argumentos basados en el nazismo histórico, porque el nazismo es la gran mancha negra del siglo XX y tristemente no deja de reeditarse, con otros jefes y otros símbolos. Sus tramas colaterales, las vinculadas al heroísmo de las minorías, los ayes de mortificación y gritos de auxilio, y las aventuras individuales de resistencia, constituyen la inagotable fuente de inspiración de dramaturgos diversos, incluyendo a la casi desconocida Lucía Laragione, sobre cuyo texto el Maestro Enrique Baigol decidió elaboró esta rara, como encendida versión llamada La complicidad, que trata la controversial figura de Fritz Lang, el más prestigioso cineasta del expresionismo, al cual el régimen quiso cooptar para su férula de obsecuentes, sin lograr sino su fuga hacia Hollywood.
Hombre discutible si los hay: siempre se dudó acerca de su inocencia penal luego del dudoso suicidio de su primera esposa, que fue la comidilla de la Meca del cine casi hasta su muerte. Siempre habló de sí mismo como un refugiado político –una abuela judía lo condenaba ab initio, pero, según dice el personaje de Goebbels en el relato, “nosotros decidimos quién es judío—pero un examen de su pasaporte informó de innúmeras entradas y salidas legales de la frontera alemana antes de emprender el camino del exilio definitivo.
La complicidad abre varias puertas, sin cerrar ninguna, incompletud deliberada, pues las criaturas escénicas siguen discutiendo entre nosotros al bajar el telón. Los fragmentos de M, el vampiro (1931) y El testamento del dr. Mabuse (1932) y su masterpiece de 1926 Metrópolis, que se proyectan en una pantalla al principio y en mitad de la puesta, permiten espiar las razones de esa ambigüedad fundamental. El contrato social de Metrópolis prefigura la cooperación entre ricos y pobres de la política económica hitleriana, mientras el serial killer de M está a punto de sucumbir por un tribunal popular tan sediento de sangre como él y Mabuse no significa otra cosa que la alegoría de un país en manos de un loco y con un ejército de asesinos autómatas –no se ven el el tramo de película seleccionado y sin embargo no puede elidirse. Para conocer mejor el sendero del cine teutón amojonando el del nazismo, consúltense los famosos libros de Siegfried Kracauer y Lotte Eisner.
A Baigol adaptador le bastan cinco actores. Su Lang sale bien parado entre sus siniestros oponentes, siempre remiso a someterse y a la vez presa del pánico. Ocurre que el fondo del plan consiste en rever la situación del artista en medio del discurso hegemónico totalitario, si elegirá la belleza sobre la verdad (lo consigna el protagonista), o, dicho de otro modo, la seguridad de un sistema protector pero unidireccional frente a la libertad de los justos al precio de su absoluta soledad. Pero La complicidad, ante todo, es un todo teatral esencialmente múltiple. Cámara negra, un asiento de tren y una maleta bastan. El asesino serial que complica a Lang (el actor fetiche de Baigol, Martín Cittadino, en una nueva máscara convincente) tiene el sentido de duplicar a M, y simbolizarlo; pronto los alemanes serán iguales, sólo que sincerados, e impunes, merced al Estado. La fibrosa y cínica Thea Von Harbou, segunda esposa de Lang, coguionista y su contracara, como vendida a la sensualidad-amoralidad del Reich, encaja exacta en el modelo femenino de Patricia Vitarelli: se nota en ella a la ex consorte del montón transfigurada en gata por el poder. Natalia Alfonsi, otra actriz ubícua multipropósito, puede hacer de guarda de tren, amante lésbica o feroz miliciana. El Goebbels se Pedro García Marín acentúa los rasgos duros del nuevo mecenas de la cultura imperial a través de su impermeable pardo y su apostura exangüe. Lang (Maxi Tarsia) concreta una patética víctima a punto de ser seducido o desechado de idéntica y aparatosa manera, apoyado en uno u otro gesto nervioso y culpable.
Don Enrique sutiliza extraordinariamente los elementos a observar. Habría que empezar por lo que no está. Ninguno lleva esvásticas, sino la impersonal cruz de hierro, pero roja. Conviene al presunto asesino Cittadino el brazalete de las SS, qué más elocuente, y Thea se pasea portando una gran capa-bandera roja que ostenta el águila nazi. Brechtiano antes que expresionista, saben romper el encantamiento. Los sermones de Goebbels los matiza el actor cuando tira a cada párrafo maníes con cáscara. La alocución de Lang, quien acepta el cargo de director de cinematografía, los interrumpe al mover una matraca de festejo. Humor absurdo, indestilable, en los hiatos de un horror amartillado, que recién empieza. Rojo, negro y pardo. Casi una apostilla al no-color de los largometrajes languianos. Dan ganas de salir a alquilarlos y terminar de entender así de qué se trata.
Baigol ha vuelto, otra temporada, sin haberse ido. Cada pieza una apuesta fuerte, excepcional, que quiebra la previsibilidad veraniega. ¿Cómo finalizar esta crítica? Siempre así: gracias, maestro.

Gabriel Cabrejas

martes, 19 de abril de 2011

Reflexión

La Civilización también provoca muertos, no sólo es el avance que intenta el Hombre para disimular su imperfección.
Algo perfecto no necesita tecnología que amplifique los sentidos.

Victor Clementi

miércoles, 13 de abril de 2011

Frasesuchas 2

Acoso Sensual

retrocedo hasta la piel
estoy cero
me música instinto

hembra color celo

*

la Musa me pegó un chupón
y despabilé palabras
luego, a la cucha
a patearle los tobillos a la sombra

*

¿puede un deseo no ser deseado?
a un lago de tu cuerpo
los objetos son la civilización

*

el verdadero deseo esconde otro
sino, Aladino y un filántropo
hubieran saciado al mundo

*

el equilibrio es una idea entre dos arbitrariedades

*

si admitiese que tengo claridad la perdería al instante

*

distintos cubos para formar un deseo

vincular, eso es todo

*

si no brota una frase
es que la he vivido

y si faltara un poema
trataría de esconderlo

*

Victor Clementi

Frasesuchas a lo largo de mí

empalar una palabra fresca
así evitar cualquier secreción impune
cualquier erección volátil

encajar, coincidir
Verbos que pertenecen al Arcano

*

andar el dónde, cruzar el quizás, vulnerar el nunca

*

formas en evolución, geometría breve
así evitar la certeza del impacto

*

soy lo que repudio, sufro lo que cometo
alrededor, los espejos acusan demasiado
y puedo romperme

*

no soy devoto a la tristeza
aunque caigo a la medusa de su aliento

*

cada cosa huele un poco menos y ese menos soy yo

*

¿quién matará al último asesino?
un refugio para el único sobreviviente

la belleza que confronta no es la verdadera belleza

*

el Paraíso es una sensación intolerablemente sencilla

*

Victor Clementi

viernes, 8 de abril de 2011

Bailá para tu dios

a mis hijos

Vengo a contradecir absolutamente ese modelo de padre todopoderoso -similar al dios único-
abastecedor y supremo.
Me identifico más con la imagen del sabio vagabundo que renuncia al éxtasis del consumo a cambio de una moraleja en la que pueda interpretarse.
Bailo para mi dios, cometo chistes para agradar al Gran Espíritu.
Las buenas intenciones alimentan lo Abstracto.
Soy uno de los tantos hijos de la calle que simula identidad fuera de los sueños.

Victor Marcelo Clementi