Por un error de dios me hallo humano.
En la creación errática
sólo un sádico juega al albedrío
entre tanta belleza dispuesta.
El deseo no es punible
en tanto sea partitura de la sangre
obviedad de la carne
o piel del espíritu.
Esclavo de un laberinto mental
jugando escondidas con la muerte
bajo el influjo de hechiceros sarcásticos
seré merienda en un baldío, quizás ceniza
a tan solo un alma de distancia.
Vittorio Marcelus
(en su natalicio)
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