dedicada a los indigentes de siempre
Barrio bajo con letras castradas
el lunfardo de los héroes
que anochece entre cartones
luego de peregrinar residuos
no coincide con la asepsia
de la Dama exultante de halagos
los eunucos bailan en orgías
aplauden los villeros de Puerto Madero
bajan del Mercedes Indigente
con la camisa abierta, tan descamisados
intentan emular al vulgo
que sólo toleran con antialérgicos
aclaman a la Dama del País Imaginario
lamen su mano como perros obesos
calvarios y osarios que no alcanzan
para disimular las mismas muertes de antes
sin pañuelos blancos con cuenta bancaria
barrios con el hambre anegada en las costillas
para muchos no hay pancarta
ni pan ni carta que reclame sus nombres.
Victor Marcelo Clementi
lunes, 30 de abril de 2012
Para siempre
lágrimas son hijos que no nacieron
¿o son hijos que nacen en los ojos?
será que hay parias en los ojos
nunca hijos
el niño que maté cuando le negué limosna
me regaló sus ojos.
Victor Marcelo Clementi
¿o son hijos que nacen en los ojos?
será que hay parias en los ojos
nunca hijos
el niño que maté cuando le negué limosna
me regaló sus ojos.
Victor Marcelo Clementi
jueves, 26 de abril de 2012
Humor Clemencial
Realmente tengo bastante mala leche con las pilchas. La semana pasada me compré una campera con corderito refachona. El problema fue cuando la guardé en el placard: el corderito empezó a balar y balar, no sé si por el hambre o a causa del encierro, fue insoportable. Al otro día reclamé en la pilchería por el asunto y me ofrecieron a cambio un jardinero; todo bien, pero venía con una bordeadora, dos palas y un rastrillo. No me convenía. Las opciones eran terribles: los vaqueros traían alforjas y caballos; las remeras un bote; las camperas un tractor, y para colmo, a los sacos los acompañaba vanzetti. Fue todo un dilema elegir.. Por suerte encontré un buzo de saldo con un solo tanque de oxígeno. Lo llevé para dejarlo en la pecera. Antes de utilizarlo lo paso por la centrífuga y chau pinela; es un laburito, pero....al menos no me ocupa tanto espacio. Es que vivo solo y de tanto hacerme la del mono, habito un monoambiente, en un país bananero que rechifla las neuronas.
miércoles, 25 de abril de 2012
Divina Amnesia
No te sospecho desnuda
quizás para idealizar el himen
límbico de la Eva primitiva
soy el autor de mis fronteras
agua bendita adulterada
para halagar el desierto interior
puedo adivinar el silencio
de las cosas en lo oscuro
descalzo, a orillas de la piel
hasta beberme solo
¿hasta dónde se acerca la pregunta?
soy el laberinto de mi búsqueda
puedo suponer la génesis de lo intangible
sólo para acercarte al mito
y sucederme en vos
no te sospecho desnuda
quizás por arrogancia
duele la memoria al intentarlo.
Marcel Clementí
quizás para idealizar el himen
límbico de la Eva primitiva
soy el autor de mis fronteras
agua bendita adulterada
para halagar el desierto interior
puedo adivinar el silencio
de las cosas en lo oscuro
descalzo, a orillas de la piel
hasta beberme solo
¿hasta dónde se acerca la pregunta?
soy el laberinto de mi búsqueda
puedo suponer la génesis de lo intangible
sólo para acercarte al mito
y sucederme en vos
no te sospecho desnuda
quizás por arrogancia
duele la memoria al intentarlo.
Marcel Clementí
sábado, 21 de abril de 2012
Teseo
el deseo no se elimina por decreto
no se confisca, no se disloca
¿cómo abolir una abstracción?
el deseo es el sentido más autodidacta
no prefigura, por lo tanto no prescribe
si aún fuese posible decapitar una ilusión
ésta replicaría nuevos deseos
hablo del verdadero deseo
aquel nacido en la inmediatez:
no será recuerdo porque se ha consumido
el deseo espontáneo, no la necesidad
ese lastre insaciable
tampoco el deseo místico
que copula con arcángeles
o santos en éxtasis y fuga
profetas del caos
hablo de ese instinto incorpóreo
y no del mandato genético
el deseo que se disuelve en la simultaneidad
y porque ha nacido súbito jamás muere
entonces no renace: trasmuta.
Victor Marcelo Clementi
no se confisca, no se disloca
¿cómo abolir una abstracción?
el deseo es el sentido más autodidacta
no prefigura, por lo tanto no prescribe
si aún fuese posible decapitar una ilusión
ésta replicaría nuevos deseos
hablo del verdadero deseo
aquel nacido en la inmediatez:
no será recuerdo porque se ha consumido
el deseo espontáneo, no la necesidad
ese lastre insaciable
tampoco el deseo místico
que copula con arcángeles
o santos en éxtasis y fuga
profetas del caos
hablo de ese instinto incorpóreo
y no del mandato genético
el deseo que se disuelve en la simultaneidad
y porque ha nacido súbito jamás muere
entonces no renace: trasmuta.
Victor Marcelo Clementi
miércoles, 18 de abril de 2012
Señal Emancipada
Es posible que ahora mismo suceda
un romance húmedo en un baño de estación,
sexo sucio, azulejos salpicados por ese charco
urgente que desovan los migrantes.
Algo que este universo ateo no predijo.
El gemido llegará hasta donde
los ojos pierdan horizonte,
luego una propina lavará el pecado
y no sabrán quienes fueron
hasta que otra ruptura en la muchedumbre
los descubra, oliendo su deseo
a solo un tren de esconderse para siempre.
Cleméntocles
un romance húmedo en un baño de estación,
sexo sucio, azulejos salpicados por ese charco
urgente que desovan los migrantes.
Algo que este universo ateo no predijo.
El gemido llegará hasta donde
los ojos pierdan horizonte,
luego una propina lavará el pecado
y no sabrán quienes fueron
hasta que otra ruptura en la muchedumbre
los descubra, oliendo su deseo
a solo un tren de esconderse para siempre.
Cleméntocles
jueves, 12 de abril de 2012
Humor Clemencial
*La gente solvente explota ante los chistosos, porque tienen chispa.
*Para hablar con propiedad hace falta al menos un departamento.
*Agente Encubierto: Policía con piloto
*BARBI TÚRICA: LA MUÑECA DROGONA
*Para hablar con propiedad hace falta al menos un departamento.
*Agente Encubierto: Policía con piloto
*BARBI TÚRICA: LA MUÑECA DROGONA
- PINCHETTA: viene con tres jeringuillas de regalo
- FUMONA: con un divertidísimo tukero rosa
- DIVINA FRULA: con dos potecitos llenos de polvo mágico de obsequio.
CLEMÉNTOCLES
martes, 10 de abril de 2012
Cubos caen aún agujero espejo
arañas mixtas en la sinrazón
del ser inverso
rebanan la perspectiva,
láminas de realidad
acuden a esculpirme
pude ser un álgebra bendita,
tanto devenir etéreo empujó
a este charco de obviedades
que empantana hasta crujirme
destellos en la copa de la asfixia
caigo, hundo la telaraña
deformo su contorno
encajo, dibujo un agujero
donde dormir eternidad
eclosiono
al vórtice inverso
una vagina expulsa simetría
idea cúbica donde esconderme.
Marcel Clementí
del ser inverso
rebanan la perspectiva,
láminas de realidad
acuden a esculpirme
pude ser un álgebra bendita,
tanto devenir etéreo empujó
a este charco de obviedades
que empantana hasta crujirme
destellos en la copa de la asfixia
caigo, hundo la telaraña
deformo su contorno
encajo, dibujo un agujero
donde dormir eternidad
eclosiono
al vórtice inverso
una vagina expulsa simetría
idea cúbica donde esconderme.
Marcel Clementí
Teatro de un renegado 2012 recargado
Línea de Tres de Marcelo Marán, diez años después
La Historia de Siempre
“Cuando la hice, jamás pensé que volvería a darse”, confesó Marcelo Marán después de aceptar el reciclaje de Línea de tres (2001) por la dupla directriz Viviana Ruiz/Marcos Moyano. Claro, su tema es el fantasma del desempleo, cuando arañaba el 20% de la PEA (población económicamente activa) y se había instalado, para el imaginario colectivo, como un problema casi insoluble. ¿Anacrónica, dirás? Tal vez: hoy se publicita a bombos y platillos, pífanos y panderetas un drástico 6% y parece cosa del absoluto y enterrado ayer, aunque —cuidado— el 2012 es un año de grietas mundiales que asoman en cualquier horizonte, hasta el menos pensado. La euforia siempre reniega de las malarias de la memoria, pero la memoria misma es malaria. Viene bien el recuerdo del futuro, que en estas pampas suele estar a la vuelta de la esquina.
Lo primero que llama la atención es una puesta deslumbrante que bien podría pintar de universal-capitalista sin desmedro alguno. Cajas y más cajas, todas convenientemente rotuladas, asfixiantes, ocupándolo todo. El almacén de un supermercado y el super itself. Tres chicas de riguroso delantal azul y escobillón bailan al unísono, alegrísimas, cada cual en su pila. No extraña que el bebé salga de un enorme cartón que dice gabinete acústico: la objetualización de la vida, o como diría un marxista clásico, la perfecta cosificación. Obviamente no hay bebé sino discurso. Peor aún, sendas obreras salen, a su turno, después de los interregnos de baile a coro que discontinúan los cuadros, de cajas tamaño humano… O más o menos, porque han estado dentro, arrebujadas, hechas un ovillo, esperando a contar su biografía laboral al parecer autosuficiente. María (Laura Gómez Ríos), feliz de ser piquetera erótica, amada por un militante “feo como un pie” y al frente de la protesta; Judith (Guillermina Villarreal) y sus innúmeros diplomitas multidisciplina, preparada a toda eventualidad, y Edith (Magalí Villarreal), vendedora plurifunción en la cancha y calentando a la hinchada. Enseguida, a mover las cajas. El trío tan mentado empuja y apila en la trastienda. Genial, un hallazgo, consiguieron cajas de distinto tamaño de mayonesa Natura, vaya símbolo. Todo ok, y se viene el Tute Cabrero, por así decirle. Es que corre el rumor de la reducción de personal, o, si ustedes quieren, la racionalización administrativa, a reestructurar en vez de a desalambrar. Las hacendosas e independientes chicas empiezan a tacharse como en un ta-te-ti, a excluirse mutuamente, a pelearse, a acusarse.
Línea de Tres, precisamente, tiene sus principales fallas en la estructura. Festiva para crear el distanciamiento al principio, paranoica acertadamente en el medio, y de barricada al final, no termina de cuajar en un rumbo convincente. Una lástima, porque venían estupendas las psicologías insinuadas, y daban espacio al dinamismo actoral. De pronto, se ancla en el pasado real, la represión policíaca, el tiro a quemarropa, y la diatriba, también a coro entre las tres, contra el gatillo fácil. Una a favor y es grandiosa: la sólida conducción de las actrices, vibrantes y apasionadas en sus roles, el discurso con derramamiento de polenta, la raya de alcohol que se incendia en el escenario.
No sabemos en qué instante se distrajo un autor tan soberbio como Marán. Puede decirse que se trata de su obra más pesimista y de circunstancia, de la cual no aborreció, pero sintió brotarle de las entrañas a la manera de un alarido irresistible, más un bosquejo, un ensayo, que una pieza lograda. Sin embargo —cuidado, de nuevo—las obras empiezan desde el programa, y Ruiz/Moyano, al fin y al cabo artistas comprometidos y sin filiación partidaria pero sí ideológica, trazan allí una dedicatoria a Mariano Ferreyra, asesinado no hace diez años sino hace meses. Nada, pues, queda tan lejos. Y muy cerca, carpiendo nuestras narices, la inmensa calidad, esta sí de siempre, de las intérpretes del Séptimo, y la sapiencia inagotada de sus directores que siguen moviéndose en cualquier género con insultante, insobornable, creatividad.
Gabriel Cabrejas
La Historia de Siempre
“Cuando la hice, jamás pensé que volvería a darse”, confesó Marcelo Marán después de aceptar el reciclaje de Línea de tres (2001) por la dupla directriz Viviana Ruiz/Marcos Moyano. Claro, su tema es el fantasma del desempleo, cuando arañaba el 20% de la PEA (población económicamente activa) y se había instalado, para el imaginario colectivo, como un problema casi insoluble. ¿Anacrónica, dirás? Tal vez: hoy se publicita a bombos y platillos, pífanos y panderetas un drástico 6% y parece cosa del absoluto y enterrado ayer, aunque —cuidado— el 2012 es un año de grietas mundiales que asoman en cualquier horizonte, hasta el menos pensado. La euforia siempre reniega de las malarias de la memoria, pero la memoria misma es malaria. Viene bien el recuerdo del futuro, que en estas pampas suele estar a la vuelta de la esquina.
Lo primero que llama la atención es una puesta deslumbrante que bien podría pintar de universal-capitalista sin desmedro alguno. Cajas y más cajas, todas convenientemente rotuladas, asfixiantes, ocupándolo todo. El almacén de un supermercado y el super itself. Tres chicas de riguroso delantal azul y escobillón bailan al unísono, alegrísimas, cada cual en su pila. No extraña que el bebé salga de un enorme cartón que dice gabinete acústico: la objetualización de la vida, o como diría un marxista clásico, la perfecta cosificación. Obviamente no hay bebé sino discurso. Peor aún, sendas obreras salen, a su turno, después de los interregnos de baile a coro que discontinúan los cuadros, de cajas tamaño humano… O más o menos, porque han estado dentro, arrebujadas, hechas un ovillo, esperando a contar su biografía laboral al parecer autosuficiente. María (Laura Gómez Ríos), feliz de ser piquetera erótica, amada por un militante “feo como un pie” y al frente de la protesta; Judith (Guillermina Villarreal) y sus innúmeros diplomitas multidisciplina, preparada a toda eventualidad, y Edith (Magalí Villarreal), vendedora plurifunción en la cancha y calentando a la hinchada. Enseguida, a mover las cajas. El trío tan mentado empuja y apila en la trastienda. Genial, un hallazgo, consiguieron cajas de distinto tamaño de mayonesa Natura, vaya símbolo. Todo ok, y se viene el Tute Cabrero, por así decirle. Es que corre el rumor de la reducción de personal, o, si ustedes quieren, la racionalización administrativa, a reestructurar en vez de a desalambrar. Las hacendosas e independientes chicas empiezan a tacharse como en un ta-te-ti, a excluirse mutuamente, a pelearse, a acusarse.
Línea de Tres, precisamente, tiene sus principales fallas en la estructura. Festiva para crear el distanciamiento al principio, paranoica acertadamente en el medio, y de barricada al final, no termina de cuajar en un rumbo convincente. Una lástima, porque venían estupendas las psicologías insinuadas, y daban espacio al dinamismo actoral. De pronto, se ancla en el pasado real, la represión policíaca, el tiro a quemarropa, y la diatriba, también a coro entre las tres, contra el gatillo fácil. Una a favor y es grandiosa: la sólida conducción de las actrices, vibrantes y apasionadas en sus roles, el discurso con derramamiento de polenta, la raya de alcohol que se incendia en el escenario.
No sabemos en qué instante se distrajo un autor tan soberbio como Marán. Puede decirse que se trata de su obra más pesimista y de circunstancia, de la cual no aborreció, pero sintió brotarle de las entrañas a la manera de un alarido irresistible, más un bosquejo, un ensayo, que una pieza lograda. Sin embargo —cuidado, de nuevo—las obras empiezan desde el programa, y Ruiz/Moyano, al fin y al cabo artistas comprometidos y sin filiación partidaria pero sí ideológica, trazan allí una dedicatoria a Mariano Ferreyra, asesinado no hace diez años sino hace meses. Nada, pues, queda tan lejos. Y muy cerca, carpiendo nuestras narices, la inmensa calidad, esta sí de siempre, de las intérpretes del Séptimo, y la sapiencia inagotada de sus directores que siguen moviéndose en cualquier género con insultante, insobornable, creatividad.
Gabriel Cabrejas
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