viernes, 26 de febrero de 2016

Hambre malabarista

Para no deschavarme el hambre
le mentía a mi vieja haber comido.
Recuerdo las sopas hechas sin caldito
apenas condimentos raspados del frasco
y algún fideo náufrago en la miseria.

Escribir era lo mejor frente a la decepción,
eso de arrojar puñales indiscretos
no pertenecía a mi arrogancia,
pero me volví supersticioso.
Escribir entonces era supurar belleza,
hacer con el hambre malabares.

Yo mismo negaba tres veces a la suerte,
un esquema defensivo en el tablero
hasta decidir dónde reposar mi destino.

Vittorio Marcelus




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