He dicho que vamos sembrando con la muerte
y cosechando con las manos secas.
Que la he visto barrer en casas limpias
con sus huecos apacibles.
La he visto hacerle compañía a tantas mecedoras;
pero ayer, caminando, vi a la muerte en otros rumbos.
Deje de sentir la chispa,
solté mis lentes al vacío,
y miré más profundo que nunca.
Ahora digo, y quedarán mis palabras taladrando el viento,
he visto a la muerte en un parque sin ojos,
caminando multiplicada por hombre, hembra y hastío
Es este mi tiempo, sobre la yerba la muerte deja su paso,
ya no de misterio.
Retoza en los dedos fríos de un teclado
y su mortem contagioso se rezaga en la compañía del ausente.
Bebe la muerte en la sonrisa expirada,
en el ruido necesario para no sentirte solo,
en el licor dulzón del descontento.
Bebe la muerte sobre nuestra cabeza inclinada,
la mirada perdida es su encuentro,
son de ella los pasos lánguidos que nos conducen a la nada,
es ella la línea que traza nuestras distancias.
Ahora digo, ayer vi a la muerte,
se subió al barco, se perdió en las calles
salió al balcón, y de su boca sin carne
brotó un poema.
Rossy Evelin Lima
lunes, 8 de abril de 2013
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario