sábado, 28 de noviembre de 2015

Movimiento Reptilíneo Mutante

Los agujeros de la noche humectan al instinto. La avenida es una eterna enredadera que alberga fósiles de hierro. Una zoombie asoma entre los escombros. No olvida que fue prostituta y ofrece su lengua masacrada para beber algún sexo. Un disparo oportuno en su cráneo ofende al aire con coágulos de sombra..El ruido despierta saurios desde el óleo; engendros, vampiros y demás supersticiones migran desde otro pórtico a esta suciedad. La civilización ha muerto por sus propias profecías. El paraíso fue invadido por ocupas y narcos. Derrocaron a dios y violaron a sus ángeles. El cielo es una kermesse que vomita escombros.
Mientras tanto me oculto entre cadáveres, naufrago en fantasías para no inectarme de tanto armagedón.

Vittorio Marcelus

miércoles, 25 de noviembre de 2015

Las Mínimas de CHAO CLE MEN

Secuencias

*Ávido por más
los galgos de la intuición
jamás se detuvieron

tampoco regresaron.

*Soñé un mendigo susurrando
la vida no me alcanza para vivir,
una limosnita por el amor de dios

y me volví mendigo
sonámbulo entre multitud
en la sangre de las apariencias.

*la espuma de los hechos
trasciende vulgar criatura,
desposeo logística
sólo aire que desvanece
mis huesos esporas,
lastimo profecías y ya
abuso del misterio como quien cosa.

¨*lograr claves evoluciona
la existencia es una puerta giratoria
¿cuándo detenerse y gozar?
paisaje en la conciencia del universo
hechizo permanecer en sus aguas
y ahogarme en la quietud de lo eterno.

Vicius Clem


lunes, 23 de noviembre de 2015

Llagas del Llullaillaco

Mil millas llanas
para llegar al Llullaillaco.
Llevan las llamas niños kollas
a desollar al Llullaillaco.
Castillos de piedra, la cordillera,
valles tallados en rocas y el Llullaillaco.

Llueven llantos kollas
inundan los valles
del volcán Llullaillaco.
Lloran los pinkullos
ahogan a la niña kolla con chicha
con chicha y coca
arrullan a la doncella
acuchillan las costillas del niño kolla
callan sus chillidos
llagas del Llullaillaco.
Pliegan las rodillas
que rozan el cuello
y las mejillas de los ángeles dormidos
del Llullaillaco.
Llueven llantos de llamas
por los collados del Llullaillaco.

Sergi Puyol i Rigoll
gsolaiz@gmail.com


Nota cuasiperiodistica:
El volcán Llullaillaco es uno de los más altos del mundo, tiene 6739m (apenas 250m menos que la cumbre más alta de América, el Aconcagua). En su cima, en 1999, fueron encontrados una adolescente y dos niños de 6 o 7 años sacrificados por los incas hace cinco siglos. La autopsia determinó que las chicas fueron dormidas con chicha antes del congelamiento, en cambio al niño lo apuñalaron. Se desconoce si su sacrificio fue el mismo año, simultáneo o separado por años o décadas. El volcán se encuentra a 1600km del Cusco y se calcula que tardaron meses en llegar. Estas montañas tienen las construcciones de piedra más altas del mundo, refugios donde se guardaba madera para calentar a los escaladores. Es el sitio arqueológico más alto del mundo.

miércoles, 18 de noviembre de 2015

SER o ESTAR

Un día desperté con una sensación extraña. Lo raro ocurrió frente al espejo. Me vi gordo. Estaba gordo. Era gordo. ¿Era o estaba? Había una importancia filosófica muy grande en la elección del verbo. Mientras el verbo estar abría un futuro posible de flaco el terrible verbo ser me condenaba a un porvenir inamovible de gordura.
Claro esta que hacía años que pesaba 140 Kg pero nunca me había sentido gordo. Tomé la decisión política de adelgazar.

El yoga no me ayudó, supuse en seguida que mis chakras lo impedían por estar  profundamente hundidos en la grasa.


Entonces recurrí a lo más confiable de la sociedad moderna: la tele. Tomaba tres veces por día pastillas de Reduce Fat Fast con un vaso donde había diluido Amerilab Siluet efervescente. Si cada uno por su cuenta era efectivo que no haría la mezcla sinérgica de ambos. Pero lo único que conseguí adelgazar fueron mis cuentas bancarias.
Decidí luego darle otra oportunidad a la TV. Los aritos magnéticos adelgazantes me apretaban y me dejaron la orejas a la miseria, la pulsera magnética no cabía en mis anchas muñecas.
Hasta que encontré la panacea (busquen en el diccionario). Las plantillas adelgazantes, otro de los maravillosos adelantos modernos. Uno debía calzárselas y caminar unos 20Km por día. Bajé de peso aunque me sentía algo cansado. Y bueno, el método algún inconveniente tenía que tener, no era la perfección absoluta. Pero como no hay mal ni bien que dure cien años un día sucedió una tragedia ¡perdí las plantillas! Probablemente fueron a parar a la basura ya que removí, obsesionado, toda la casa y nada. Esa búsqueda frenética me hizo adelgazar aún más. Y luego el servicio telefónico me informó que no las vendían más, el gobierno las había prohibido ¡ahh seguramente presionaron dietólogos y nutricionistas porque se les acababa el negocio! Recorrí toda la capital por si quedaba alguna plantilla y no había en ningún lado. Y seguía adelgazando.
Entonces me di cuenta, me cayó la ficha: ¡También funcionaba el caminar pensando en las plantillas! Así continué caminando mis 20Km diarios con la mente ocupada por las plantillas y adelgazaba feliz.

Tiempo después entré en un negocio a preguntar por las plantillas, más por nostalgia que por necesidad, y la vendedora me preguntó para quién eran ¡ya nadie me veía gordo! El verbo estar había derrotado al verbo ser.

Sergi Puyol i Rigoll
gsolaiz@gmail.com

martes, 10 de noviembre de 2015

Reincidente

sumiso al placer de sentirme in-util
negar el vasallo de algo
a volverme cosa,
o peor aún: estar sujeto, súbdito
atado a circunstancias
lleno de mordazas

ni cosa ni sujeto
otro acaso varado en la hojarasca
que alguna vez pobló horizontes,
a bordo de la sagrada mutación
que me vuelve Cero.

Vittorio Marcelus.


Transición hacia lo mismo

todo vuelve a ocurrir
excepto que lo ignoro
y así despiero en el mismo sueño

la magia del olvido
permite sorprenderme una y otra vez
ante lo mismo

las máscaras cubren el mismo rostro
pero demasiados mismos reclaman sospecha

aprendí que el perdón no es de este mundo,
quizás alguna divinidad haya resuelto tanta miseria.

Vittorio Marcelus