martes, 29 de noviembre de 2016

Ecuación de lo versátil

Visceré mis latidos de tanto expiar
cierto apego extrasensorio,
quise raspar esos andrajos
luego de invasivos virus existenciales.

renuncié a precauciones para convalidar
las piruetas de la mente,
pero la inconsistencia evapora identidad
y otra ilusión encarna.

siempre revolcarme en esta indefección,
jamás supe resolver el cálculo de lo versátil.
algo dentro avecina misterio,
desisto calibrar tanta maniobra.

si habré hambreado solsticios
al impregnarme  de pueblo
a lo largo del viajero que no tiene camino

pero uno queda donde llega la mirada.

Vittorio Marcelus Clementi


lunes, 21 de noviembre de 2016

Pequeña escala en la eternidad



Esa vez había ido solo a pescar a la laguna. Una buena manera de encontrarse con uno mismo. A la vuelta anochecía. Apremiado por lo que se dice una necesidad fisiológica, la líquida, estacioné frente al pequeño cementerio del pueblo. Se me ocurrió hacerla adentro del mismo. Un poco para no ser sorprendido por las luces de un auto que apareciera y otro por probar una nueva experiencia empujado por tanto aburrimiento.
No hay lugar más tranquilo y pacífico.
Incliné un poco la reja de hierro y ya estaba adentro. Elegí el pastito que poblaba una vieja tumba. Recordaba haber escuchado que el Corán dice que no debe hacerse la micción en dirección a La Meca. Para cumplir con eso debería saber primero para que lado está La Meca. Estaba dándole al miembro un pequeño movimiento sísmico como epílogo a la descarga cuando oí una voz inexpresiva.
―Usted no tiene un poco de consideración a los que descansamos.
―Ya no hay respeto ―agregó una voz femenina.
Las voces, aunque condenatorias, no mostraban ninguna emoción. No se veía a nadie por ningún lado, sobre la calle de tierra descansaba la camioneta, las pocas tumbas de este lado y la inmensidad del campo detrás. Más lejos la ruta y el acceso al poblado Los Chañares.
―Es una necesidad natural ―dije hacia el lugar donde había creído que venían las voces.
Hubo una pausa breve. Por un momento no se escuchó nada.
―En el pueblo de Epecuén se inundó el cementerio y hubo que salir a pescar los ataúdes ―informó una voz con acento bien de campo.
―Qué barbaridad.
Asistía a un cambio de opiniones de ultratumba. ¿Hablarían así todas las tardes o las noches? El tiempo parecía haberse detenido. Ni frío, ni calor, ni una pequeña brisa.
―Nuestro lugar es como un barco en un viaje interminable hacia el olvido ―filosofó otra voz neutra, sin sentimientos. Pausada, pedante.
Los demás habrán quedado saboreando esas palabras, durante varios segundos nadie dijo nada.
―Hasta siempre ―saludé porque creí que correspondía hacerlo luego de mi irrespetuosidad inicial. Era una huida elegante.
―Lo esperamos amigo ―respondió una nueva voz no escuchada hasta entonces. No supe si era cordialidad o una amenaza.
El motor arrancó. Temí que no lo hiciera como en aquellas malas películas de OVNIS. El viento que entraba por la ventanilla era agradable si no fuera por el polvo que entraba a la cabina.

Sergi Puyol i Rigoll

Mar de Cobos, 2008

Laberinto

hoy es espejo
el cielo hamaca
habito limbos: ni ateo ni dogmático
aunque fustiga cierta endeblez espiritual

hallo poesía en la pared deshuesada
hallo prisión en las calles
nos guerran
pujan terrones, vientres atávicos
nos guerran
mienten asepsia

el viejo molinete de las horas
abre siempre incertidumbre
hijo de la ausencia
satura la resaca  de vivir embalsamado

las costumbres muerden
fantasmas que babean
mundos inexactos en cada inquisición

para abolir mi asco social
lo ensucio con palabras,
tengo un verso atravesado
entre el colon y el esófago y que voy a vomitar
tan pronto la cólera visite

o un disparo me devuelva al anonimato.


Vittorio Marcelus Clementi


Culto

Bajo esta sed de antorcha
los remolinos no alcanzan
algo me desglosa en los vórtices del sueño

allá, por la sensualidad que apresa y no libera
adicto a fantasías desnudas
me oculto en la penumbra de un  Rembrant

desde que el tiempo me nació
actúo empatía
sujeto a ciclotímias

¿fantasear o parodiar?
tal es el flujo del deseo que muere al convocarse.

Vittorio Marcelus Clementi


jueves, 17 de noviembre de 2016

Acerca de la Inutilidad de escribir poesía

La poesía adquiere una actitud renal: debe expelerse antes que las bacterias corroan más el cerebro, los riñones y la vejiga.
La poesía debe desterrarse como a una toxina.
Y esta dimensión catártica, este pseudo concubinato entre el dolor y el arte es a lo que temo; no sólo porque el divorcio es inminente sino porque aporta desorden a la ya bastardeada cualidad perceptiva.
Sólo un mago trasmuta el dolor en arte, el resto es camuflaje, otra falsificación de los diletantes.
Sufro ataques de pánico cuando detecto la acción terapéutica que provoca un vómito expresivo fundirlo en la magnitud de lo excelso.
Aunque por algún efecto residual de la cultura cristiana adhiero al pragmatismo de continuar haciendo todo aquello que "nos haga bien"; es decir: adhiero a la compasión.
Pero alerto del peligro que significa liberar las penas a riesgo de convertirlas en una baratija epidémica.  Todo contacto con la enfermedad enferma
Por la salud espiritual del universo: evitemos el contagio.
Ya hay suficiente poesía en una flor.

Victor Clementi