Para no deschavarme el hambre
le mentía a mi vieja haber comido.
Recuerdo las sopas hechas sin caldito
apenas condimentos raspados del frasco
y algún fideo náufrago en la miseria.
Escribir era lo mejor frente a la decepción,
eso de arrojar puñales indiscretos
no pertenecía a mi arrogancia,
pero me volví supersticioso.
Escribir entonces era supurar belleza,
hacer con el hambre malabares.
Yo mismo negaba tres veces a la suerte,
un esquema defensivo en el tablero
hasta decidir dónde reposar mi destino.
Vittorio Marcelus
viernes, 26 de febrero de 2016
jueves, 25 de febrero de 2016
Características y Genotipos Terrestres, en analogía con modelos extraterráqueos (Humor Radioactivo)
Los Grises
Seres mediocres, resentidos. Viven quejándose de la suerte que poseen. Suele vérselos rondando las plazas, cabizbajos, con pancartas que rezan: ¿Por qué me tocó vivir? Seres deprimidos que abusan de terapias psicoanalíticas, hasta convertirse en adictos. Antecesores de la Subespecie Emo.
Los Verdes
Especie que bebe entre dos a cuatro litros de mate por día, por lo que su piel fue enverdeciendo.Con los siglos únicamente succionan los alimentos, tal vez una adaptación evolutiva que los mutará en insectos o arácnidos.
Los Ojudos con Dedos Largos
Seres que pasan de 15 a 20 horas diarias frente a la computadora o celular. Desarrollaron un campo visual adaptado a la escasa luz y a las radiaciones. Dedos alargados con tracción independiente.
Los Reptilianos
Especie carroñera que ha vivido desde siempre de planes sociales y subsidios. Zánganos útiles a las clases reinantes, ya que los usan como patota y barra brava para mantenerse en el poder. Devienen del tronco Hommo Piqueteris.
Los Artrópodos
Quizás la especie insectívora más dominante por su naturaleza colonizadora. Acampan en cuanto predio desocupado aparezca y no hay veneno policial que los combata. Tambien atacan plazas. Caracterizada como plaga en vastas zonas del universo.
Existe una subespecie que mora en las esquinas, se alimentan de birra y porro. Criaturas de hábitos nocturnos que gritan al intoxicarse.
Vittorio Marcelus
Seres mediocres, resentidos. Viven quejándose de la suerte que poseen. Suele vérselos rondando las plazas, cabizbajos, con pancartas que rezan: ¿Por qué me tocó vivir? Seres deprimidos que abusan de terapias psicoanalíticas, hasta convertirse en adictos. Antecesores de la Subespecie Emo.
Los Verdes
Especie que bebe entre dos a cuatro litros de mate por día, por lo que su piel fue enverdeciendo.Con los siglos únicamente succionan los alimentos, tal vez una adaptación evolutiva que los mutará en insectos o arácnidos.
Los Ojudos con Dedos Largos
Seres que pasan de 15 a 20 horas diarias frente a la computadora o celular. Desarrollaron un campo visual adaptado a la escasa luz y a las radiaciones. Dedos alargados con tracción independiente.
Los Reptilianos
Especie carroñera que ha vivido desde siempre de planes sociales y subsidios. Zánganos útiles a las clases reinantes, ya que los usan como patota y barra brava para mantenerse en el poder. Devienen del tronco Hommo Piqueteris.
Los Artrópodos
Quizás la especie insectívora más dominante por su naturaleza colonizadora. Acampan en cuanto predio desocupado aparezca y no hay veneno policial que los combata. Tambien atacan plazas. Caracterizada como plaga en vastas zonas del universo.
Existe una subespecie que mora en las esquinas, se alimentan de birra y porro. Criaturas de hábitos nocturnos que gritan al intoxicarse.
Vittorio Marcelus
domingo, 21 de febrero de 2016
Emboscada
desvisto el momento
absorbo el paisaje
remoloneo, arrastrándome
entre migajas de cielo
habito la sexura
hasta germinar piel
tersa travesura del aliento
presumo las frutas
dormidas en el deseo
esas que nunca escarbarán otro cuerpo
acecho.
Vittorio Marcelus
absorbo el paisaje
remoloneo, arrastrándome
entre migajas de cielo
habito la sexura
hasta germinar piel
tersa travesura del aliento
presumo las frutas
dormidas en el deseo
esas que nunca escarbarán otro cuerpo
acecho.
Vittorio Marcelus
Angurria por más cielo
desciendo a distraer el río
a morir en las pupilas del crepúsculo
con las manos mojadas de tiempo
un lago poco profundo donde
observar mi rostro entre las piedras
alguna vez camino
todo conspira a destinarme
las señales del cielo
simplemente proponen
y yo quien adecúa la superstición.
Vittorio Marcelus
a morir en las pupilas del crepúsculo
con las manos mojadas de tiempo
un lago poco profundo donde
observar mi rostro entre las piedras
alguna vez camino
todo conspira a destinarme
las señales del cielo
simplemente proponen
y yo quien adecúa la superstición.
Vittorio Marcelus
Independientemente de otros fastidios
A cinco huesos de la tierra
iré a mentirle a la ciudad voces en guerra.
Iré a conspirar emblemas
a derrocar la religión de Hollywood
y sus estilizados abdómenes nominados al Oscar.
Este sudor impar
estos muertos ilegítimos
esta fauna inanimada
me disocian entre entes
que me piensan incipiente.
No quiero vegetar incógnitas
ni embalar recuerdos
en el basural de la carne
bajo un limbo gastado.
El cofre de Pandora
siempre estuvo entre sus piernas.
Vittorio Marcelus
iré a mentirle a la ciudad voces en guerra.
Iré a conspirar emblemas
a derrocar la religión de Hollywood
y sus estilizados abdómenes nominados al Oscar.
Este sudor impar
estos muertos ilegítimos
esta fauna inanimada
me disocian entre entes
que me piensan incipiente.
No quiero vegetar incógnitas
ni embalar recuerdos
en el basural de la carne
bajo un limbo gastado.
El cofre de Pandora
siempre estuvo entre sus piernas.
Vittorio Marcelus
sábado, 20 de febrero de 2016
Pequeña burguesía iluminada
Muchos, demasiados intelectuales argentinos carecen de ética. Además de racionalizar bajo una perspectiva monocromática: la cosa es blanca o negra, la teoría de los dos demonios, la conspiración permanente, junto al totalitarismo mesiánico que los unge, terminan por conformar un combo totalitario, donde el fin siempre justifica los medios, desde el golpismo verborrágico hasta los piquetes destituyentes.
Claro, esta falsa izquierda paradójicamente utiliza metodología nazi: miente, miente que algo quedará. Así manipulan estadísticas y porcentajes de pobreza; así falsifican para robar mejor, y así vaciaron al país de contenido ético.
Y hablan, y siguen conferenciando arengas al terrorismo intelectual, panfletos discursivos para liberar criminales; voces, gritos de resentimiento muy poco austeros.
Esta es las pseudoizquierda kaótica, nacida de las fábulas epistolares que contaba un tío detenido, cuando de verdad era peligroso andar con pancartas con rostros desaparecidos y exigir el retorno a la democracia.
Los pibes se colgaron del discurso del tío, es la ficción revolucionaria nacida de los libros empolvados hace décadas. Si esa doctrina hubiera sido eficaz hoy no existiría miseria.
George Luckas (filósofo) predico en los 40 que el marxismo teórico acabaría en claustros universitarios, una especie de religión aristocrática, también adoptada por movimientos populistas. Y no la pifió; devienen sectarios, se creen iluminados, mesías sociales; pero son narcisistas caprichosos, burguesitos mal criados que se portan mal para dar la nota. Cortan las calles, ensucian frentes inocentes, impiden caminar a los obreros que dicen defender, socializan su propia mugre.Y exaltan así las contradicciones pequeñoburguesas.
Repito: no quiero observar al mundo desde una cueva, pretendo Cosmovisión, necesito una perspectiva creciente.
En conclusión: la inteligencia (y en menor medida el intelectualismo) no garantizan ética, ni solidaridad, ni bondad, ni justicia. Los depredadores siempre son más inteligente que sus presas. Recordemos la sociedad nazi, tal vez la más inteligente de su época considerando los avances en tecnología, ciencia, filosofía y música durante más de dos siglos. ¿Y en qué terminó esa fábrica de genios, tanta evolución?
En su prropia decadencia.
Licenciado Irineo Barbusa
Claro, esta falsa izquierda paradójicamente utiliza metodología nazi: miente, miente que algo quedará. Así manipulan estadísticas y porcentajes de pobreza; así falsifican para robar mejor, y así vaciaron al país de contenido ético.
Y hablan, y siguen conferenciando arengas al terrorismo intelectual, panfletos discursivos para liberar criminales; voces, gritos de resentimiento muy poco austeros.
Esta es las pseudoizquierda kaótica, nacida de las fábulas epistolares que contaba un tío detenido, cuando de verdad era peligroso andar con pancartas con rostros desaparecidos y exigir el retorno a la democracia.
Los pibes se colgaron del discurso del tío, es la ficción revolucionaria nacida de los libros empolvados hace décadas. Si esa doctrina hubiera sido eficaz hoy no existiría miseria.
George Luckas (filósofo) predico en los 40 que el marxismo teórico acabaría en claustros universitarios, una especie de religión aristocrática, también adoptada por movimientos populistas. Y no la pifió; devienen sectarios, se creen iluminados, mesías sociales; pero son narcisistas caprichosos, burguesitos mal criados que se portan mal para dar la nota. Cortan las calles, ensucian frentes inocentes, impiden caminar a los obreros que dicen defender, socializan su propia mugre.Y exaltan así las contradicciones pequeñoburguesas.
Repito: no quiero observar al mundo desde una cueva, pretendo Cosmovisión, necesito una perspectiva creciente.
En conclusión: la inteligencia (y en menor medida el intelectualismo) no garantizan ética, ni solidaridad, ni bondad, ni justicia. Los depredadores siempre son más inteligente que sus presas. Recordemos la sociedad nazi, tal vez la más inteligente de su época considerando los avances en tecnología, ciencia, filosofía y música durante más de dos siglos. ¿Y en qué terminó esa fábrica de genios, tanta evolución?
En su prropia decadencia.
Licenciado Irineo Barbusa
jueves, 18 de febrero de 2016
Fiebre Verborrágica Argentina (entre dichos harto dichos)
Un chamuyo endémico que sólo padecen nuestros nativos. Un chamuyo transversal que involucra tanto a la pequeña burguesía autóctona, dado su expreso sentimiento de culpa liberada con esgrima intelectual en piquetes ideológicos, como a la fauna autoproletarizada que changuea con las dádivas del Estado y acepta cuanta coima aparezca: desde cajas con alimentos hasta bolsitas con merca.
Esta es nuestra enfermedad predilecta: El Chamuyo; millonarios que viven en Puerto Madero y predican la Biblia Apócrifa de Marx, pero no la cumplen ¿por qué? porque nadie traiciona a los de su propia clase social. Sólo ofrecen migajas: Pan y Circo. Elemental Watson.
Socios ellos: los juglares bolcheviques junto a los liberales que chamuyan la independencia del mercado y sólo socializan la pobreza: "las penas son de nosotros, las vaquitas son ajenas.." Ellos comparten la cochera, sus mujeres tarjetean en las mismas tiendas, veranean en Punta. Aquella añoranza menemista de perpetuar el dolar barato para viajar al exterior y comprarse todo, viste...."son todos narcos..."
Y están las mafias chamuyeras que se refugian en la precariedad y la falta de laburo, pero en realidad lucran con la pobreza para rapiñear: desde presidentes, ministros hasta el último puntero político, además de trapitos y barras bravas, las tranzas autorizadas.
Todo se igual, reza el tango de Minguito, "lo mismo un burro que un gran profesor". Cualquier chamuyero opina sin autoridad moral; los hambreadores de ayer, hoy son demócratas empredernidos; los millonarios de ayer, hoy prometen equidad, y los ladrones de siempre cambian de bando, por si las moscas... "Hacete amigo del juez" cumpa, porque como dijo el patriarca : "Para un chamuyero no hay nada mejor que otro chamuyero" papáaaaaa
Licenciado Irineo Barbusa
Esta es nuestra enfermedad predilecta: El Chamuyo; millonarios que viven en Puerto Madero y predican la Biblia Apócrifa de Marx, pero no la cumplen ¿por qué? porque nadie traiciona a los de su propia clase social. Sólo ofrecen migajas: Pan y Circo. Elemental Watson.
Socios ellos: los juglares bolcheviques junto a los liberales que chamuyan la independencia del mercado y sólo socializan la pobreza: "las penas son de nosotros, las vaquitas son ajenas.." Ellos comparten la cochera, sus mujeres tarjetean en las mismas tiendas, veranean en Punta. Aquella añoranza menemista de perpetuar el dolar barato para viajar al exterior y comprarse todo, viste...."son todos narcos..."
Y están las mafias chamuyeras que se refugian en la precariedad y la falta de laburo, pero en realidad lucran con la pobreza para rapiñear: desde presidentes, ministros hasta el último puntero político, además de trapitos y barras bravas, las tranzas autorizadas.
Todo se igual, reza el tango de Minguito, "lo mismo un burro que un gran profesor". Cualquier chamuyero opina sin autoridad moral; los hambreadores de ayer, hoy son demócratas empredernidos; los millonarios de ayer, hoy prometen equidad, y los ladrones de siempre cambian de bando, por si las moscas... "Hacete amigo del juez" cumpa, porque como dijo el patriarca : "Para un chamuyero no hay nada mejor que otro chamuyero" papáaaaaa
Licenciado Irineo Barbusa
viernes, 12 de febrero de 2016
Aristas
la sociedad me vuelve soldado
caníbal
la sociedad me vuelve pirata
espía
la sociedad me vuelve sociópata
adicto
la sociedad me crea feudal
poeta
otro burócrata de lo insignificante.
Vittorio Marcelus
caníbal
la sociedad me vuelve pirata
espía
la sociedad me vuelve sociópata
adicto
la sociedad me crea feudal
poeta
otro burócrata de lo insignificante.
Vittorio Marcelus
Inoportunicidio
me fascina la cruel exactitud
la deseo
masoquista de sus labios
que laceran
babeo
cruel exactitud que moldea
arabescos en la espuma
brinca por la piel oscura de la tarde
a resbalar de cielo
la deseo
y sólo me concurren
las bestias aleatorias
que nadan en destierros.
Vittorio Marcelus
la deseo
masoquista de sus labios
que laceran
babeo
cruel exactitud que moldea
arabescos en la espuma
brinca por la piel oscura de la tarde
a resbalar de cielo
la deseo
y sólo me concurren
las bestias aleatorias
que nadan en destierros.
Vittorio Marcelus
jueves, 11 de febrero de 2016
A todos mis alter-ellos
Antes de exiliarme en la locura definitiva
-a una fase sin dádiva de retorno-
prefiero besos nadie
concubinas sin amor
a merced de la lujuria.
No soy una abstracción desesperada
ni un obrero de la duda
tampoco llevo el miedo agusanado en las mejillas,
sólo aspiro intermitencias
a la vez que me socava un color estúpido.
Me sumerjo en pantanos eróticos
que pocas veces resuelvo,
no sé si son ángeles ocasionales
los que ofrecen migas de sus manos,
tantas moléculas de amor a la papelera de reciclaje.
Necesidad de compensarme:
masacre irreal entre barítonos enfermos
que ahogan la mañana con bostezos
en el nombre de ese dios huerfanito
que se aparea con las aguas.
Vittorio Marcelus
-a una fase sin dádiva de retorno-
prefiero besos nadie
concubinas sin amor
a merced de la lujuria.
No soy una abstracción desesperada
ni un obrero de la duda
tampoco llevo el miedo agusanado en las mejillas,
sólo aspiro intermitencias
a la vez que me socava un color estúpido.
Me sumerjo en pantanos eróticos
que pocas veces resuelvo,
no sé si son ángeles ocasionales
los que ofrecen migas de sus manos,
tantas moléculas de amor a la papelera de reciclaje.
Necesidad de compensarme:
masacre irreal entre barítonos enfermos
que ahogan la mañana con bostezos
en el nombre de ese dios huerfanito
que se aparea con las aguas.
Vittorio Marcelus
martes, 9 de febrero de 2016
Teatro de un renegado, onda 2016
Esquilo y Marcos
Moyano, o La Orestíada
Mad Max en Atenas y acá a la vuelta
Emprender
una reescritura de la única trilogía trágica conservada de Esquilo requería
tiempo, cultura e ideas. A Marcos Moyano
le insumió cinco años, discontinuos pero obsesivos, fundamentar la puesta, ya
que había decidido respetar el texto, desafío y proeza a la vez, considerando
el empaque de un clásico para empezar una temporada veraniega. La universalidad
del vate griego zanjaría buena parte de las dificultades: siempre existe
público, vacacional o no, interesado en llenar el previsible vacío, como
existen teatristas temerarios que habrán de cubrirlo.
La cuestión reside en el cómo, pues el qué se
conoce de cabo a rabo, se consigue por diez pesos en una librería de viejo,
está en todas las bibliotecas y todos los idiomas. Moyano eligió una mise híbrida, moderna y fiel, superadora
y comprometida. Empezó con la remodelación del espacio, al quebrar el escenario
a la italiana y abrirlo en dos, longitudinalmente, de manera que la acción se
desarrollase a lo largo, espectadores de ambos lados, y un ancho pasillo central donde le es más fácil
circular a la historia, más el aprovechamiento de balcones, en la parte
superior, desde el cual brilla, blanca, la diosa Atenea. Moyano, enseguida,
postuló otra ruptura, él mismo presentador, digamos, pedagógico, de la obra, e
interventor, como coreuta, en los entreactos, a través del comentario de lo que
pasó y viene. Tal cual hemos visto en otras representaciones del Séptimo, se impone la estética del
independentismo, abolición de la escenografía —a excepción de una silla de
escritorio con ruedas, una plataforma móvil que simula-sintetiza el carro
triunfal de Agamenón. El vestuario sirve a la sazón de trasto escénico
simbólico. Un chal rojo, o capa, será la alfombra prohibida a los hombres que
el héroe de Troya retornante pisará, interminable, condenándose. Otro tul
blanco columpiará hasta el piso a la diosa, tomada de él como una acróbata de altura.
Cuatro actores principales, más las tres
Erinnias, encarnación de la conciencia del Orestes parricida, cumplen los
roles, otro factor de economía dramática muy propio del Séptimo. Sólo Viviana Ruiz
desempeña un solo personaje, Clitemnestra; Cecilia
Martín, además de Atenea, es la esclava Casandra y Electra, la persuasiva y
vengadora hermana de Orestes. El gran Sergio
Hernández dará su exactitud al rey
Agamenón y a Apolo, defensor del asesino. Diego
Lewkowicz puede ser Egisto, un vigía
o el ujier del juicio a Orestes. El coro de Erinnias lo componen Sol Von Friedrichs, Ludmila Cardona, María
Eva Belza.
Y todavía no hablamos de los signos
especiales de ese cómo. Intemporal,
tan futurista en la escenificación como es antigua en el lenguaje original, La Orestíada de Moyano plantea, de
entrada, una característica que ha escapado a muchos historiadores: el teatro y
la democracia nacen juntos (algo que
citaba Marcelo Romer en sus clases
de Historia teatral), en el Siglo de las Luces del mundo helénico, y el
recuerdo de esos heroicos tiranos, filicidas, homicidas del consorte, marcados
para siempre bajo la estirpe criminal de Atreo, tan lejano, debiera iluminar
por contraste la nueva conducta convivencial, y participativa, de los
ciudadanos menudos de Atenas. El juicio mencionado invita al público-pueblo a
decidir sobre la culpabilidad o inocencia de Orestes, el ujier reparte los
votos por una u otra, y se instaura la justicia asamblearia, la democracia
directa de aquella época.
Pero hay más. Los borceguíes; la chaqueta de
cuero negro de Orestes; la ropa sensual, short incluido, de Clitemnestra, que
después de matar al marido abre una lata de cerveza y fuma un cigarrillo; el
tocado de perlas de Atenea como una vamp
de Hollywood; las rastas y rugidos de las Ernnias y sus rostros fantasmales que
virtualizan la moda zombie, o el ambo blanco de Apolo, resignifican el mensaje
esquileano, envían a un ambiguo submundo mafioso, a un presente elástico y dark que retroalimenta la universalidad
del autor, la enriquece, la expande, con el agregado, no menor, de que es una
producción marplatense. “Parece la carretera de Mad Max”, supo acotar, agudo, Pedro
Benítez. Licencias aparte, el relator-actor-director sabe expresarlo, coda
o epílogo necesario de acento aristotélico: “el teatro es lo que debería o
podría pasar”.
La
Orestíada rompe la medianía de la comedia breve, el vodevil importado, el
show de vedetonas, modestamente, a partir de un centro cultural de barrio
próximo a cumplir una veintena de años de insistencia. Una forma de autocelebración
merecida que, de paso, homenajea a los orígenes de esa profesión que tanto
atienden los Séptimos.
Dr.
Gabriel CABREJAS
2016
domingo, 7 de febrero de 2016
Disolverme
mi lado anfibio en el oleaje del instante
en un intento por discrepar absolutos
enredó el camino a una telaraña
de causas que dudan efectos
algo que no crea algo
algo que fenece al pronunciarse
caricia derretida en la piel del olvido
carruaje que transurre las aguas
hasta orillas invisibles
instinto luz en una marea de circuitos
algo así clarividencia
juglar en mis silencios relativos
hechicero en una ambiguedad que acecha.
Vittorio Marcelus
en un intento por discrepar absolutos
enredó el camino a una telaraña
de causas que dudan efectos
algo que no crea algo
algo que fenece al pronunciarse
caricia derretida en la piel del olvido
carruaje que transurre las aguas
hasta orillas invisibles
instinto luz en una marea de circuitos
algo así clarividencia
juglar en mis silencios relativos
hechicero en una ambiguedad que acecha.
Vittorio Marcelus
Agujero hacia mí
"yo nací un día en que dios estuvo enfermo, grave" César Vallejo
fuí trazado por la mano de dios,
me interno en la jungla interior
así crear
las voces ajenas son voces hostiles
por eso me alejo,
aullidos que espantan la inocencia
cuando acerca
fuí bosquejo de esa mano mágica
que no corrige errores
una mano que desprecia el vicio interpretativo
simplemente es, soy
indeleble
dispuesto a fragmentarme
un punto oscuro
que un lapiz desgarró en la tela del universo
la mano perfecta
aquella que no siente culpa.
Vittorio Marcelus
fuí trazado por la mano de dios,
me interno en la jungla interior
así crear
las voces ajenas son voces hostiles
por eso me alejo,
aullidos que espantan la inocencia
cuando acerca
fuí bosquejo de esa mano mágica
que no corrige errores
una mano que desprecia el vicio interpretativo
simplemente es, soy
indeleble
dispuesto a fragmentarme
un punto oscuro
que un lapiz desgarró en la tela del universo
la mano perfecta
aquella que no siente culpa.
Vittorio Marcelus
sábado, 6 de febrero de 2016
Teatro de un renegado modelo 2016
Mónaco, De
Urquía y Benítez lo hicieron de nuevo
Los monstruos eternos, el teatro de ahora
Primero y principal, una obra teatral que
revista a Pedro Benítez en sus filas
tiene la garantía de calidad implícita. Quedan, convengamos, pocos actores de
esa condición; diría que es el último después de la desaparición de Roque Basualdo. Quiero decir, no
importa la excelencia o mediocridad del texto espectacular: si está Pedro, la
pieza se reivindica sola. Por pudor, no hablaré de Antonio Mónaco, sería redundante y tedioso. Él, con Baigol, Lugea, Barone, Hernández,
mantienen ardiendo la llama sagrada, y lo hacen sin interrupción desde muchas
décadas.
Al dúo se suma Silvia de Urquía actriz y directora, cuyos pergaminos tampoco
necesitan presentación ni defensa. Y un dramaturgo del que no sabemos nada, Marcos Ayciriex, el autor de la obra
que reseñamos, Claudio y Calígula, los
secretos del Fuego, que realiza esta adaptación de I, Claudius de Robert Graves,
con ingredientes de su propio menú. Importante para el público erudito, no se
espere una versión del Calígula de Albert Camus, aunque su sombra
sobrevuela toda vez que se retoma la biografía del quizás más cruel y demencial
de los emperadores romanos. No siendo Mónaco el escritor, sin embargo, la
reflexión sobre el poder y su deformación, el autoritarismo, que le son
propios, nadan en la evidencia de sentido. Digámoslo sin demorarnos: nunca está
de más un tema tan reiterado, nunca sobra, siempre faltará algo por denunciar.
Pero una obra empieza en el paratexto, o sea,
el programa, donde se reproduce el capricho
de Goya, Cronos devorando a sus hijos, casi una caricatura grotesca del
filicidio y en cualquier caso una alegoría del poder omnívoro, del que el atroz
Calígula llega a ser modelo, casado con su hermana, asesino de su padre y su
padrastro y finalmente homicida de su hermana embarazada de él —intentó comerse
el feto de su propio hijo, celoso de su sucesión. Imposible olvidar al joven John Hurt en el rol del emperador, un
tanto afeminado y temible aún, en la miniserie de la BBC británica (1976).
Benítez compone un personaje mucho más complejo. Irónico, culposo, misántropo,
enfermo de sí hasta sentirse insoportable de llevarse, autista, en la sola
escena de la bacanal se despliega la inmensidad y la miseria del poderoso que
siembra tal odio que parece desear intensamente su muerte. Algo del Calígula de Tinto Brass, sin erotismo (excepto el orgásmico del poder sin
limitación) también se encarna en el de Pedro, que es todos y ninguno. Ya
venimos venir, agolpándose, los Estrella
en torno a los trabajos interpretativos. Como todo elenco monaurquiano, se lucen los jóvenes discípulos: el terceto de
centuriones sometidos y con el odio amartillado (Santiago Maisonnave, Agustín Barovero, Damián Chiurazzi), y las
mujeres de comparsa equívoca, dedicadas a sufrir y también a esperar: Drusila (Agustina Anzoátegui), Ennia (Marcela Cardoso), Mesalina (Paula Costa) y la vieja Antonia que
pese a su insignificancia resultará fundamental (Beatriz Moriondo).
Hay más, del lado de la puesta. No veremos
una toga y a cambio, Calígula viste de camisa y pantalón negro junto a su
corbata roja: un perfecto mafioso o fascista en plenitud. Claudio, de grises,
entraña la mediocridad apariencial, como historiador y testigo privilegiado de
la peor época del imperio dueño del mundo; los tres soldados, incluso, visten
de gris. La sibila de tules rojos (Silvia
de Urquía) cierra la estética cromática de un estilo que es marca de
fábrica de los Mónaco. El uso de la oscuridad, un cofre-trasto múltiple, las
candelas, el escamoteo de decorado a excepción de dos lejanas bibliotecas, la
música clásica de uso restringido y acompañante.
Cierto, existen defectos que destacar, muy
insistentes en el teatro marplatense, como la tendencia excesiva al llanto, las
convulsiones, los pasajes sobreactuados, la delectación en la locura. Claro que al fin y al cabo se trata de una tragedia
contemporánea con figuras históricas de la antigüedad, una hibridación que
rememora a Anouilh y que, en manos
de Urquía, se autocontiene. Los cambios de humor (y de gesto) en el cuerpo de
Benítez logran el efecto de romper la tensión dramática y arrancar una sonrisa
nerviosa del espectador, con lo cual se compensan los detalles apuntados.
En resumidas cuentas, una obra casi
inmejorable, un placer contradictorio (oscuro y espléndido, si sabemos
contemplar la belleza del mal cuando se sabe cómo plasmarla), una promesa de
autor que ojalá se ratifique, y una demostración del buen momento de nuestro
teatro. Y por si no quedó claro: esos tres lo hicieron de nuevo.
Dr.
Gabriel Cabrejas
Enero
2016
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