domingo, 26 de febrero de 2017

MICK (Humor)

Era un gaucho de guitarra austera, sólo dos cuerdas animaban al paisanaje.
Siempre hacía pulsar entre sus dedos la misma melodía de Bob Marley .
No era lo que se dice un gaucho ortodoxo. Si bien su viejo lo crió en el campo, no así su madre, una hippie que apareció una mañana vomitando en la tranquera, sin memoria. Y allí quedó, todita amnésica.
Dicen que ella nació de nuevo . Lo único que traía en su morral era un casset de reagge. Sólo eso la emparentaba con el pasado. Y allí quedó, enamorándose de a poco de padre de Mick. Curioso nombre para un pajuerano. Debo aclarar que fue bautizado así gracias a una remera Stone que vestía su madre.
Y los años sucedieron. Mick se convirtió en un gaucho rasta, bajo obvias influencias.
Su primera canción fue "Puñetaahí", dedicada a un amor imposible. Mick era de amor derrotado, por aquello de sus "Desacoplanzas"

Victor Marcelo Clementi


Perdón

intentando musas aleatorias en el confín del baldío
ni las suaves ardillas de tu pelo arrojarán amnesia,
cementerio de un nombre, allá...
donde los huérfanos sufren el carruaje de la espera.

¿cuándo prescribe la arrogancia de los besos?
mientras tanto me columpio en cicatrices.
perdónanos Señor por el escaso arte
que supimos concebir con nuestros cuerpos.

Victor Marcelo Clementi



Me incauto

Burbujea la noche antípodas de escarcha
antes que ladren láminas de luz
en mis ojos extenuados.
Presiento cierta cercanía.
El sol y sus adyacencias apuñala mi estómago.
Ave que nube alas asume.
El Tiempo cansado de tanta Eternidad.
Respiro las rameras del viento: huyen
Pulseo con el cadáver de una fantasía: me derrota
Abro el calendario y nadie murmura mi nombre.

otro adiós que perderé en la memoria.

Victor Marcelo Clementi.


Tribulaciones

Un puñado de frases no articulan el Poema
apenas logran estimular el ego del diletante.
Existe una belleza metafísica sólo advertible
para los escasos viajeros que hallan el Sendero.
Sin la superstición de las probetas literarias
que predican los mesías del verbo.
Pláticas de humo idolátrico
aggiornadas con delirios migrantes
efecto de la desnutrición intelectual.
El Arte no es catarsis ni ejercicio terapéutico
apenas redime la anorexia creativa
recién en segundas o terceras nupcias.
Indispensable la actitud de observarse en silencio
antes de execrar palabras a discreción.
Piedad.

Victor Marcelo Clementi


sábado, 25 de febrero de 2017

Infidente

bajo el aroma pernoctado
que seduce a ovular ironías
a desinhibir lo ridículo que sodomiza
adicto a mí
a monólogos sin público
identidad ficticia que impide espejo
difiero me difiero
en la constante solapa del viento.

Victor Marcelo Clementi




Fragmento

luego de mutaciones salvajes hasta llegar a Cero
percibo que el alma es una ecuación irresoluta

luego que los Elfos de la noche
secuestraran mi esperma para recrear centauros
asumo a la civilización como un espasmo
que finge fábulas para sobrevivir

habría que desestimar esa mitología absurda
de creerse imagen divina mesías
réplica de un dios androide desovando circuitos

simplemente un trozo de tiempo que eligió eternizarse.

Victor Marcelo Clementi



viernes, 24 de febrero de 2017

Adicto a los puntos suspensivos...



La profe del taller literario subrayó un escrito mío con un resaltador, estaba repleto de puntos suspensivos. Eso fue la gota que rebalsó el vaso. Eran 28 reincidencias en un relato de solo una hoja. Excedía la escala de Ritcher de la adicción.
El adicto es el último en reconocerlo. No reconoce su adicción hasta que es tarde. Luego de eso empecé a fijarme mejor, resúmenes, e-mails, cartas, todo de esos días estaba escrito con cantidad de puntos suspensivos. Hasta creí recordar que una vez habiéndome puesto presente en un curso que concurría escribí “P...” lo que seguramente fue malinterpretado luego por quién lo leyó.
Debí concurrir a un centro especializado en adicciones, dedicados a las que eran de lenguaje. Allí una mina muy sonriente me dio la bienvenida. Vi alguna gente que entraba y ocupaba los salones de la casona. Dimos una breve recorrida en donde me mostró salones donde la gente hablaba y se trataba en grupos.
Hay casos graves y leves. Allá están los adictos al vocabulario: los que dicen “de que” en todo momento, los que se comen las eses, que no son tan graves como los que se comen las heces con hache y con jota  jaja noté que dijo este pésimo chiste para levantarme el ánimo y hacerme entrar en confianza.
Llegamos a un salón donde me explicó que estaban los adictos de escritura. Lo nuestro no era oral sino un problema escrito.
Una vieja me contó que los de los puntos suspensivos se recuperan, siempre hay alguna recaída aclaró, pero no es grave. O bien derivan hacia adicciones menores como el punto y seguido.
Había adictos PS (como yo), otros PyC, PyA, PyS, C, PyC, etc. Todos traían sus escritos bien en su propia letra o a máquina o hechos en computadora. Noté que un cartel en el pizarrón decía “El [F7] del Word no es la solución, es sólo un paliativo.” Uno que era incapaz de poner un acento protestaba ya que en inglés o en francés no hay acentos y el venía a nacer bajo el cruel castellano que los traía.
Había casos patéticos de gente que escribía con horribles faltas de ortografía, inadaptados sociales sí, pero cada vez más tolerados por la sociedad moderna. La sociedad se ha vuelto o más tolerante o más bruta.
He notado que en los chats de Internet pululan adictos a las faltas. Son legión. Casi no hay otro tipo de gente.
Me explicaron que los que tardan más en reconocerlo son los médicos. No solo por orgullo y rechazo natural a considerarse el paciente, sino también porque casi nadie entiende lo que escriben.
Recordé que una vez me atendió un médico clínico para unos análisis y un certificado. Luego oí su apellido en el caso Monzón. La jueza le recriminó que en el escrito que analizaban no se entendía la letra. Fui al certificado, era el mismo facultativo. Y me costó no sólo reconocer la palabra, ni siquiera pude reconocer ninguna letra. Uno aprende a reconocer a los adictos en un grupo así.
Un hombre entrado en carnes y en años me dijo:
Los puntos suspensivos son superables y mirando hacia adelante con la vista perdida agregó—, en cambio el punto y coma es un viaje de ida dijo y adiviné en seguida que él era un aquejado por esa dolencia.

Y ese fue mi primer encuentro con el grupo de adictos... Sé que será difícil... Creo que lo estoy superando...


Sergi Puyol i Rigoll
...tercer milenio AEC

viernes, 17 de febrero de 2017

Deseo

llegar a ese lugar profético
donde todo da igual
un incesante camino a la vez

reptar esa sexura atávica
concubina  fácil de mis sentidos

más allá de la cosa animal...
la piel pronto será mapa antiguo
borroneado por besos imaginarios

cómplice de lo inexacto
a borbotones nazco hasta disipar
en féculas errantes

los cielos exceden
liberan fantasmas donde no hubo
la semilla del rito colapsa

llevo el poema cansado
aunque jamás haré votos de pobreza literaria
ni sufriré abstinencia creativa

así sea.


Victor Marcelo Clementi



sábado, 11 de febrero de 2017

Cierro la ventana

La oscuridad tiene su encanto, a pesar que algún fantasma niño muerde mi dedo gordo del pie tan sólo por las noches. A veces una mosca insolente burbujea en mi nariz hasta hacerme estornudar. Igual que cuando miro al sol en esas mañanitas. Entonces cruzaba la vereda y los empedrados eran algo así como el umbral que nos llevaba a otro mundo: a la canchita de enfrente. Otrora conventillo derruido aunque aseado cascote a cascote, escombros y botellas
Ya no quedan mundos que explorar, el Enterprise partió para siempre. Apenas hay esquinas drogadas con zoombies adolescentes o placitas que refugian carteras robadas. Pareciera que la inocencia murió por una nueva generación de mutantes. Por eso cierro las ventanas para recordarme y jugar escondidas con la muerte.

Victor Clementi