lunes, 24 de agosto de 2015

A propósito del número (Viejos humores)






A propósito del Número

                     (aproximación a la entelequia)





De acuerdo con la nueva Era, el Hombre es una posibilidad en el Azar, producto de variables y mutaciones únicas, lo que constituye un hecho irrepetible. En consecuencia, el Hombre sería algo así como un número probable en el escenario de la Vida. Tal relación entre Hombre y Número será la constante en el razonamiento subsiguiente.
Bien podría sospecharse pues, que un número fue la matriz del Hombre; o sea, un número creó al Hombre. Otro hecho es que la humanidad lo ignoró casi toda su existencia. Aquí se nos presenta la primera ambigüedad: si el Hombre no existía, los números tampoco. El Hombre no pudo ser creado por lo inexistente, excepto que el Hombre aún-no-creado existiera en la virtualidad del número. Entonces, la mente del número crearía al Hombre. Ahora, si los sucesos actúan en el Tiempo, el Hombre, en tanto secuencia, sería un lapso en lo indeterminado. ¿Qué lo autoriza pues a amedrentar con sospechas y vacilaciones –en tanto lapso-  al hilo conductor que lo ha manifestado en el aquí y ahora?
            Bien, regresando a la vanidad  homocéntrica: los números serían entidades creadas por el Hombre para representar  medidas expresables en valores y signos universales. Pero lo que nació de un esquema adquirió vida, y Vida que se rebela.
        Una característica de cierto tipo de existencia (o de toda)  es amotinarse contra su creador. Así lo hizo el Hombre con sus dioses, así lo harán los números con el Hombre. Los números ordenan la razón (ratio: medida) las finanzas, la geometría de tu cuerpo, la temperatura, los muertos, las galaxias y mi DNI. Los números son imprescindibles, sin ellos no habría satélites, comunicación, energía, transportes, precios. Todo volvería a barbarie.
        Nuestra existencia hoy depende de los números. Pero lo más aterrador es que ELLOS lo advierten. Con el tiempo, los números generaron conciencia; la evolución se aplica a todos los estadios: materia, mente (entelequias) y espíritu. Los números son entidades concientes y conocen nuestra servidumbre. Ellos desarrollaron una empatía peligrosa con el Hombre en este juego de creación mutua. De entidades sumisas, devinieron carácter, voluntad; y lo que es peor, reaccionan sabiéndose invulnerables. O casi. Son máquinas insensibles, aunque con una debilidad: dependen del pensamiento.
        Ahora mismo estoy adiestrando palabras-virus para exterminarlos; palabras que invento y domino (por el momento) y que haré soldados para combatir a los números. Sólo hasta que las palabras adquieran vida, luego conciencia y emancipen. Es la ley a la que todo creador está expuesto: tarde o temprano, aquello que nacimos nos atacará.
        Cronos lo sabía, por eso devoró a sus hijos.

Victor Marcelo Clementi  (2004)


Zafari (Viejos Humores)



Zafari


                 Fumaba mucho, alrededor de tres atados al día. Un amigo me recomendó hacer el Curso para dejar el vicio. Y así lo hice; en apenas un mes y medio me recuperaron. Pero empecé a comer, más y más. Primero por la ansiedad en el vacío del faso; luego, por la gula redentora. Resultado: 25 kgs. arriba en la cotización. Un mamarracho. Otra vez mi amigo aconsejó que consultara con Gordos Homónimos. Tres meses después y bajo una dieta estrictamente budista quedé hecho una gacela. Mi ego recuperaba comarcas. Pero la biología no siempre coincide con la meditación. Es cierto que lo bueno dura poco. Adiós al plan astral. Entonces acudí al bocado con una voracidad inédita: 98 y en alza, de nuevo una figura exultante. Decepcionado, corrí a la farmacia y reventé los últimos cartuchos en hierbas laxantes, pastillas existencialistas y otras supersticiones. Además, reforcé el tratamiento con terapias alternativas, Tarot y curas del más allá marca Negrito Olmedo, con la intención de culminar el ciclo recomendado por el I Ching. Pero sólo las anfetas cortaban el hambre. Me hice readicto, no podía largarlas. Por un pelo zafé del Borda a cambio de internarme en una casa quinta y así cumplir con un año de rehabilitación. Nos leían la Biblia todo el día. Al fin me convencieron; dejé la falopa por la mística. Como prueba de sanación debía ir a una Villa peligrosa a predicar la palabra del Señor. Me raptaron, estuve dos semanas en un zucucho de dos por uno exactamente a la sombra. Por suerte me liberaron porque nadie quería hacerse cargo de la captura y menos aún del rescate. En la Institución, de inmediato me dieron el alta para evitar balurdos. Nuevamente al mundo, huérfano y más loco que antes. Solución: tres terapias a la semana. El Doc se convirtió en mi padre, mi confesor, en mi mejor amigo. No podía dejarlo. La Junta de Profesionales lo suspendió de por vida por ejercer praxis adictiva. Me abandonó, huyó del país, del continente, del planeta. Yo quedé desamparado, a merced de cualquier cosa. Otra vez mi amigo, mi ángel ocasional, el enviado, me hizo participar en un grupo de conexión extraterrestre. Íbamos a la montaña semanas y semanas esperando la señal. Nunca llegó. Tanta desilusión me impulsó al suicidio. Justo conocí a una mujer y me enamoré. Fue el néctar salvador. Pero ella era borracha y yo, con tal de permanecer a su lado, comencé a beber. Bebía y bebía, fue vergonzoso. Hasta ella me dejó. Descuajeringado y sin amor, fui derecho a Alcohólicos Anómalos.  Lo cierto que ahora estoy gordo, medicado por contenedor, sufro alucinaciones, fumo como un gnomo y me tomo todo. Encima tengo neurosis galopante, depresión y autoestima cero. Otra que bipolar: trifásico… Con todos los cumpas que conocí durante la excursión, fundamos Reciclados al Pedo, y somos todos linyeras...


Victor Marcelo Clementi   ( 1996)

domingo, 23 de agosto de 2015

Las Bragueta de Clinton (Viejos humores)



              Bill Lamen

                                            

 La ingeniería genética combinó los ADN de Bill Clinton y Osama Bin Laden, creando un macabro clon: el hombre más peligroso de la humanidad: Bill Lamen. Este es el último reportaje que se le hiciera, a cargo de la corresponsal  Sivia Kulliatis.
       


Eran las dos de la tarde. Me vendaron los ojos y subieron a un jeep que estimo, sería de la segunda guerra. El sol emboscaba a todo el desierto. Cerca de cinco horas duró el viaje. Supongo que quienes conducían dieron más vueltas de las necesarias con el propósito de despistarme. Al fin, una mano retiró la venda de mis ojos. Una becaria apareció en el enorme salón secándose la comisura de los labios. Nos dijo: -Adelante, el Maestro los acogerá con placer. Caminamos unos ciento cincuenta metros atiborrados de libros. Los estantes medirían no menos de siete metros, separados entre sí por unos ochenta centímetros. De pronto lo vimos, allí estaba, sonriendo en posición de loto (o de Quini 6 ) con las manos rodeando la nuca. Nos invitó a pasar. Así lo hice. Mientras me sentaba frente a él, encendí el grabador para comenzar la nota con una referencia:            


   “Oriundo de Semen, hijo de un acaudalado tambero, Bill Lamen, el mayor terrorista de la historia, es buscado intensamente por todas las Ligas Feministas del planeta. Reside en Afganiwhite, en algún lugar oculto de la Gran Biblioteca de las Becarias. Bill resistió otra noche de bombardeos. En apenas seis horas la Alianza Feminista lanzó quince millones de litros de espermicida, treinta mil toneladas de profiláticos y doscientos misiles intrauterinos. Sin embargo, la artillería antiaérea de Jalalamas informó tener los testículos intactos¨

Periodista: Maestro, ¿es cierto que todos sus discípulos han bebido de su luz?

Bill: Sólo ellas, sólo ellas...carne de chancho jamás, prohibe religión

Periodista: Hablando de ellas, ¿por qué usan velo obligatorio?
Bill: Para secarse mejor...
Periodista: ¿A qué se refiere?
Bill: A las palabras. Ya lo dijo el profeta: “Y yo, como una palabra acabaré en tu boca...”
Periodista: ¿Qué profeta dijo eso?
Bill: Yo mismo, Bill Lamen
Periodista: Muchos en Occidente lo acusan de diseminar un polvo blanco dentro de la correspondencia.
Bill: Es cierto, estoy propagando herederos. Algo de Bill deberá quedar para la humanidad. Una lluvia de semen invadirá a los infieles. Detractores míos dicen que es veneno, no es verdad...
Periodista: Sin embargo el número de embarazadas aumenta día a día
Bill: Ser el polvo mágico de Bill, lo aspiras y te preñas. Del polvo venimos y hacia él vamos. ¿Querés un poco ?
Periodista: No gracias, no estoy para pañales.
Bill: Tu te lo pierdes
Periodista: ¿No tiene miedo de morir capado, Maestro ?
Bill: Aunque podaran mis vides, existe arsenal con esencia disecada de Bill Lamen para varias generaciones.
Periodista: ¿Y si localizaran y destruyeran los depósitos?
Bill: Hay suficiente de Bill en todas partes. Esporas que atesora el viento
Periodista: ¿No se siente traicionado por su antiguo aliado americano?
Bill: Americano siempre comportarse igual; ayer abrían la boca, hoy cierran las nalgas.
Periodista: Será para protegerse
Bill: Sea como fuere, Bill Lamen siempre dará de que hablar y acabará en sus bocas…

Antes que el Maestro completara la frase, una bomba impactó en un ala de la Gran Biblioteca . De pronto cientos de Becarias corrían desorientadas de un lado a otro, mientras los libros precipitaban estruendosamente. El caos humilló la guarida perfecta de Bill Lamen. Una estantería se derrumbó cerca de nosotros. Perdí el conocimiento.
Tres días después me hallaron en un Hospital de Kabul, con un brazo enyesado y la boca algo pastosa. Afortunadamente el grabador y la cinta con el reportaje no sufrieron daños.


  Victor Marcelo Clementi  2001

sábado, 22 de agosto de 2015

Inverosimilitud

el último sorete de la lluvia
cayó ensimismado sobre
un charco de pus

un perro sarnoso lamió esa sopa
y repentinamente...
sanó

¿qué es un milagro?

Vicius Clem

viernes, 21 de agosto de 2015

Acróbata

de pronto titubeo asfaltos
adicto a la luz
respiro los oráculos que traza
la canción del quizás

advierto el gruñido de la alcantarilla
babear histerias
hallo simetría en las bóvedas
derretidas en los escarabajos del faraón

entonces, en la cúspide del asombro
ensayo máscaras
y una caricatura oriunda de la Pléyades
tropieza con una prostituta que le ofrece cocaína

ambos vuelan la ciudad atribulada
hasta escolleras suicidas
irán a todas partes, menos a mí
entonces

les diré adiós mientras se ahogan
para luego volver a mi rutina despiadada
y preparar una ensalada de serpientes.

Vicius Clem 


 

Enorme


Daniel Rabinovich (1943-2015)

jueves, 20 de agosto de 2015

La gelatina decrece

bajo la lluvia bonsai
las ranas bostezan en mis dedos,
espero una señal que me convide almas

lluvia confidente
sólo ella me percibe
exhala corales en la niebla

un poema herido es sólo eso:
rasguño en la película eterna
que baraja las piruetas y de nuevo
alfombras voladoras versus OVNIS
radiarán al firmamento con hadas promiscuas

el ánimo es anónimo
circula, me esquiva, escupe milagros
y hasta pandillea por los secretos del sueño

la competencia nos evoluciona
pero no siempre es necesaria
¿ooohmmmm ek ivoco?

Vittorio Marcelus Inclemencius

domingo, 16 de agosto de 2015

Bar y Barrio /séptima entrega)



COLORES SUCIOS (1999)


          La luz aguada de una marquesina
rebota cerca de mis pies.
Otro neón destella desprolijo,
siempre después de cada lluvia.
Una pordiosera completa el paisaje;
más allá del humo están sus hijos
mordiendo el agua de un secreto.
Romance de muñecos torpes.

La ciudad quedó vacía; hay nadie,
un poco por la lluvia, otro por el viento.
Sólo una muñeca atorada
en la alcantarilla. Sin niña.
La luna no podrá bostezar en sus mejillas
y ella no intuirá el perfume del sexo.

El perfume se irá con el viento.
Es así y siempre lo será,
a pesar del empeño por domesticar el destino.

         Detrás de la ciudad hay un secreto,
un foso donde hierven los niños
y los gusanos. Y todo muere,
hasta el agua y el viento con las almas robadas.

Camino por el papel de un sueño,
a sus bordes cae la nada.
No puedo detenerme;
observo la ciudad dibujada alrededor
y acaso piense en una mano miserable.



        EL HOMBRE INTRINSECO (1999)


         Con esa vocación de esquina
que hace pausa en el cigarrillo,
juego al zapping con el semáforo
y los colectivos aúllan.

Suena un tango new-age
en el walkman de un maniquí
seducido por las luces.

En cada uno de mis actos
muere la filosofía
y el último verbo de la noche.

Nada me pertenece,
siquiera este firmamento de luces
que sueña con pezones suicidas.

Y demora el rugir de las entrañas,
sólo apenas;
es la levedad de un susurro
en la ilusión incesante.

No sé qué será de mí
pero es inexorable.
Nada brilla tanto como el azar.
Una lucidez extrema
me convierte en lo que repudio.

Levedad,
brevemente mágica
de pronto ausencia.

La mejor música es el silencio,
un capullo dentro del momento
que ahora morirá
dejándome enamorado.



Victor Clementi