A
propósito del Número
(aproximación a la entelequia)
De
acuerdo con la nueva Era, el Hombre es una posibilidad en el Azar, producto de
variables y mutaciones únicas, lo que constituye un hecho irrepetible. En
consecuencia, el Hombre sería algo así como un número probable en el escenario
de la Vida. Tal relación entre Hombre y Número será la constante en el
razonamiento subsiguiente.
Bien
podría sospecharse pues, que un número fue la matriz del Hombre; o sea, un
número creó al Hombre. Otro hecho es que la humanidad lo ignoró casi toda su
existencia. Aquí se nos presenta la primera ambigüedad: si el Hombre no
existía, los números tampoco. El Hombre no pudo ser creado por lo inexistente,
excepto que el Hombre aún-no-creado existiera en la virtualidad del número.
Entonces, la mente del número crearía al Hombre. Ahora, si los sucesos actúan
en el Tiempo, el Hombre, en tanto secuencia, sería un lapso en lo
indeterminado. ¿Qué lo autoriza pues a amedrentar con sospechas y vacilaciones
–en tanto lapso- al hilo conductor que
lo ha manifestado en el aquí y ahora?
Bien, regresando a la vanidad homocéntrica: los números serían entidades
creadas por el Hombre para representar
medidas expresables en valores y signos universales. Pero lo que nació
de un esquema adquirió vida, y Vida que se rebela.
Una característica de cierto tipo de
existencia (o de toda) es amotinarse
contra su creador. Así lo hizo el Hombre con sus dioses, así lo harán los
números con el Hombre. Los números ordenan la razón (ratio: medida) las
finanzas, la geometría de tu cuerpo, la temperatura, los muertos, las galaxias
y mi DNI. Los números son imprescindibles, sin ellos no habría satélites,
comunicación, energía, transportes, precios. Todo volvería a barbarie.
Nuestra existencia hoy depende de los
números. Pero lo más aterrador es que ELLOS lo advierten. Con el tiempo, los
números generaron conciencia; la evolución se aplica a todos los estadios:
materia, mente (entelequias) y espíritu. Los números son entidades concientes y
conocen nuestra servidumbre. Ellos desarrollaron una empatía peligrosa con el
Hombre en este juego de creación mutua. De entidades sumisas, devinieron
carácter, voluntad; y lo que es peor, reaccionan sabiéndose invulnerables. O
casi. Son máquinas insensibles, aunque con una debilidad: dependen del
pensamiento.
Ahora mismo estoy adiestrando
palabras-virus para exterminarlos; palabras que invento y domino (por el
momento) y que haré soldados para combatir a los números. Sólo hasta que las
palabras adquieran vida, luego conciencia y emancipen. Es la ley a la que todo
creador está expuesto: tarde o temprano, aquello que nacimos nos atacará.
Cronos lo sabía, por eso devoró a sus
hijos.
Victor Marcelo Clementi (2004)