También hay fantasmas guapos (1997)
Un
taita desorientado (holograma de una época) rivaliza con la esquina. En un
flanco de la noche va perdiendo la guapeza. Su risa poco telúrica averguenza la
estirpe.
Hace años
que espera. Por llamarlo de algún modo, le diré imprudente. De acuerdo con la
noche, en sintonía con su alma, aquel hombre aguarda un desenlace. Y acaso tal
desamparo merezca una abstracción de mi parte.
Habrá
sido un lugareño el que narró la leyenda, tal vez en una compulsa de mentiras y
barajas. Pero lo cierto es que existe solitario en esa esquina. Cuentan que
hace casi un siglo el fantasma era de carne, y en una mala jugada alguien
arrebató a su hembra.
Toda
traición es venganza, así reza la memoria. Cuenta la mala bebida que el hombre
se animó a esperarla, por sorpresa, en esa misma esquina en que debió
enamorarse. Pero esta vez un cuchillo robaría a las flores un lugar en sus
manos. Todas las tardes allí, a las cinco de la fábrica.
Alguien
apuró el delato, porque ella nunca pasó por esa esquina de sangre. Lo cierto es
que ella murió, así mienten las barajas. Y él revisó aquella muerte.
Sin
embargo fue su odio quien venció a la
Ley del Tiempo; y allí quedó desde entonces, riéndose del
destino, apresado en su cuchillo que ya no lastima a la muerte.
Tendría algún
dolor en el alma (1995)
Comencé a preocuparme cuando advertí que fui ejemplo de muchos dementes, durante
algún tiempo.
Tampoco
escasearon haraganes y nostálgicos entre mis adictos. Por un momento pensé “Soy la peor basura de la especie, el resumen
de toda la chatarra...Me hago acordar a Salieri absolviendo mediocres”. Pero
claro, entre el barullo del escolazo y tragos poco amables es difícil tener fe.
Cada tanto
es sano un ataque de pudor. Eso de creerse capo, camorrero de labia y ostentar
en el chamuyo una estrategia para modificar la realidad, me arranca un escozor
de las tripas.
Como si no
alcanzase nomás con ponerse de acuerdo con la palabra para insistir moralejas, duda
mediante el silencio en cada cuestión. No basta la arrogancia para patotear al
destino.
Cualquier
apreciación insulta a la belleza si sólo se trata de aspirar un “toque de Iluminación”.
Nuestras más sabias palabras, con indulgencia, serán apenas literatura. Me resisto a todo lo
patético que acumula el hombre.
Muchos
fanfarronean adagios con el orgullo exento de culpa, eufóricos ellos porque una
dosis de pensamiento atravesó sus depiladas existencias.
Cursos de
Gurú, sabiduría en saquitos, y en dos cuotas tu alma (con alto interés) olvida
la humildad de la criatura bajo el infinito y se pierde en bóvedas, como un
Narciso eterno,
Flotan
caruchas estropeadas en esta madrugada desleal, donde no hay escarmiento que
prospere. La acidez repele la sonrisa. A esta hora los fantasmas bromean, y en
el Bar, que es un desierto, Aladino nos regala una horda de diosas
inenarrables.
Espejismo,
espejito; alucina adivinador...En el baño hay un árabe escondido, rumiando en
el sopor orgasmos de hachís.
Tendría
algún dolor en el alma.
Victor Clementi
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