jueves, 13 de agosto de 2015

Bar y Barrio (sexta entrega)



         También hay fantasmas guapos  (1997)




        Un taita desorientado (holograma de una época) rivaliza con la esquina. En un flanco de la noche va perdiendo la guapeza. Su risa poco telúrica averguenza la estirpe.
        Hace años que espera. Por llamarlo de algún modo, le diré imprudente. De acuerdo con la noche, en sintonía con su alma, aquel hombre aguarda un desenlace. Y acaso tal desamparo merezca una abstracción de mi parte.

        Habrá sido un lugareño el que narró la leyenda, tal vez en una compulsa de mentiras y barajas. Pero lo cierto es que existe solitario en esa esquina. Cuentan que hace casi un siglo el fantasma era de carne, y en una mala jugada alguien arrebató a su hembra.

        Toda traición es venganza, así reza la memoria. Cuenta la mala bebida que el hombre se animó a esperarla, por sorpresa, en esa misma esquina en que debió enamorarse. Pero esta vez un cuchillo robaría a las flores un lugar en sus manos. Todas las tardes allí, a las cinco de la fábrica.

        Alguien apuró el delato, porque ella nunca pasó por esa esquina de sangre. Lo cierto es que ella murió, así mienten las barajas. Y él revisó aquella muerte.

        Sin embargo fue su odio quien venció a la Ley del Tiempo; y allí quedó desde entonces, riéndose del destino, apresado en su cuchillo que ya no lastima a la muerte.



       Tendría algún dolor en el alma (1995)
      
      Comencé a preocuparme cuando advertí  que fui ejemplo de muchos dementes, durante algún tiempo.
       Tampoco escasearon haraganes y nostálgicos entre mis adictos. Por un momento pensé  “Soy la peor basura de la especie, el resumen de toda la chatarra...Me hago acordar a Salieri absolviendo mediocres”. Pero claro, entre el barullo del escolazo y tragos poco amables es difícil tener fe.

       Cada tanto es sano un ataque de pudor. Eso de creerse capo, camorrero de labia y ostentar en el chamuyo una estrategia para modificar la realidad, me arranca un escozor de las tripas.

       Como si no alcanzase nomás con ponerse de acuerdo con la palabra para insistir moralejas, duda mediante el silencio en cada cuestión. No basta la arrogancia para patotear al destino.

       Cualquier apreciación insulta a la belleza si sólo se trata de aspirar un “toque de Iluminación”. Nuestras más sabias palabras, con indulgencia,  serán apenas literatura. Me resisto a todo lo patético que acumula el hombre.

       Muchos fanfarronean adagios con el orgullo exento de culpa, eufóricos ellos porque una dosis de pensamiento atravesó sus depiladas existencias.

       Cursos de Gurú, sabiduría en saquitos, y en dos cuotas tu alma (con alto interés) olvida la humildad de la criatura bajo el infinito y se pierde en bóvedas, como un Narciso eterno,

       Flotan caruchas estropeadas en esta madrugada desleal, donde no hay escarmiento que prospere. La acidez repele la sonrisa. A esta hora los fantasmas bromean, y en el Bar, que es un desierto, Aladino nos regala una horda de diosas inenarrables.

       Espejismo, espejito; alucina adivinador...En el baño hay un árabe escondido, rumiando en el sopor orgasmos de hachís.

       Tendría algún dolor en el alma.

Victor Clementi



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