jueves, 19 de diciembre de 2013

Carcel líquida

estoy en la arrogancia creativa
de creerme máscara de un angel suicida,
especie de adicción al infinito
insaciable...
insisto
aunque luego padezca realidad

la vida me vió pasar demasiado prisa
y de un culatazo quebró la memoria

ahora que el destino lició tal arrogancia
junto las monedas del caos
para fingir el manjar que no advertía.

VMC

Las pulgas del Edén

Soy mi propio Alpha
mi dios mi calendario
creo la duda suficiente
para continuar verbo
amaso criaturas con aliento
para que sientan por mí
sólo soy una mente en el vacío
necesito sangre donde encarnar
una muerte que suceda infinita.

2

Inevitablemente inestable
atrapado en huellas que no merezco
en presagios que no nacieron
siempre habrá un refugio donde...
apenas un penacho de armonía
inherente a nada.

VMC

Cine de un renegado, 2013

Restos diurnos del Festival de Cine Latas perdidas  
Cuatrocientas y pico de películas incluyendo las retrospectivas, la coincidencia con otros eventos que obligan a repartir el tiempo, y la pésima época del año, determinaron que este cronista viera del 28º Festival de Cine de Mar del Plata poco y nada. Lo siguiente es una (fastidiada) enumeración comentada de varios rollos, ninguno de los cuales se llevó el Astor —ni siquiera el Pichuco—de Oro. 


 Todos los noviembres sufro la misma angustia cinéfila: querer abarcar aunque sea lo imperdible del Festival y terminar resignándome a donde puedo llegar, habida cuenta de la torturada agenda de la fecha. Se sabe,el undécimo mes del año conspira contra el esparcimiento. Los docentes tenemos cierre de notas, evaluaciones integradoras, planillas oficiales, prácticos, parciales. Y somos los civiles que, precisamente, acudiríamos a las salas, la gente preparada que disfruta de ellas. Marzo en cambio, nos encuentra a todos libres, vírgenes de preocupaciones: alguna vez sucedió el Filmfest entonces y lo extrañamos. Excepto la ululante estudiantina de las escuelas de cine, bastante menguada por las mismas razones, presta a invertir una semana gozosa de hotel y paseo, este experto debió someterse a las cajas chinas de los horarios, sacrificar y/o postergar lo impostergable y llegar exhausto al Auditorium, para no culparse por dejar pasar la oportunidad de conocer el cine que jamás verá de otro modo. Placer incompleto que igualmente producirá el sinsabor de haber presenciado, en el balance, cualquier boludez. Los sabios y experimentados críticos aconsejan no desesperar y desentenderse de los centenares de películas, muchas interesantísimas, que no habrá forma humana de contemplar; aún cuando rebuscando en la web se cuelen tarde o temprano, tampoco tendremos el tiempo de navegación, y la cantidad infinita de estudiantes de cine en un mercado inexistente demuestra cuánta más oferta que demanda oblará siempre el sistema. Los festivales son un espejo perfecto de una crisis profunda revestida de abundancia aparente. En pocas palabras, el de Mar del Plata arriba al borde de su año cansado como nosotros. Ya sucedieron los históricos y más ambicio-nados —la Berlinale, Cannes, Venecia, San Sebastián—, los productores se guardan el material hacia el año entrante y al balneario desembarcan piezas menores, olvidables. Colmo de males, ya vino el Bafici porteño, que en un país unitario tiene mayor importancia, del cual el Marfici es pálida sombra, no sólo por ser del interior, sino porque, al no repartirse el negocio a los media poderosos, ni cobertura tiene. Ciudad turística en lento crepúsculo, durante los tres meses finales se agolpan los congresos, la Feria del Libro y otras mil actividades mientras el invierno ve correr los cardos rusos. No se agotaron las localidades —agotados estuvimos nosotros—y sin embargo continúa latiendo, y los cines, mal que bien, se llenaron. Se sabe, el público local es snob y luego de la clausura nadie se acuerda de ir al Cine Club, menos glamoroso. Se encuentran joyas extraviadas, como la retrospectiva del humorista francés Pierre Étaix o la remasterización de cortos y largos de Jorge Tigre Cedrón, el homenaje al ínclito fotógrafo mexicano Gabriel Figueroa; tributos de revisión como los dedicados a Juan Antonio Bardem o el coreano Bong Joon-ho (también integrante del jurado internacional), el período mudo de Hitchcock, la obra del húngaro Miklós Jancsó y los clásicos neorrealistas de Rossellini. Y mucho cine argento del 30 al 50, nota nostálgica de una lejana arcadia, cuando la pantalla criolla recibía en cataratas algo inconcebible hoy, espectadores.  
 

Gabriel Cabrejas

jueves, 5 de diciembre de 2013

Bizarreal

Vivo en un diamante donde las mariposas
arrojan Hiroshimas y la hierba es carnívora,
vivo en otra letanía, con mascotas mutantes
territorio minado con promesas
que estallan al desearlas

La muerte es la mejor opción:
tiene garantía de por vida
y te devuelven esta encarnación
si no estás satisfecho...

Además, podés cancelar cuotas
con parte de tu alma,
todo al increíble precio de
comer una manzana prohida,
quizás oculta en el Jardín de las Hespérides.

vmc.

Inverso

tendría que haber muerto, lo sé
sin embargo estoy relleno de bostezos,
tendría que haber nacido, quizás
en otro laberinto
pero estoy hecho de tiempo

tendría que haber mudo manco
autista pordiosero
el ladrón del amor de los amantes
pero nací luego que nadie

tendría que no haber
y simplemente

no insistas en callarlo
yo ya lo sé.


vmc

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Li Po: aspiración



El cuento de Hsu Chuen Gah es de la dinastía Tang está escrito en Mandarín. O sea podría catalogarse de Tang Mandarín.
En alguna antologías y recopilaciones se lo encuentra como Aspiración de Li Po.
Su personaje podría no tratarse del poeta etílico Li Po (también llamado Li Bai, o Li Pai o Li Bo) y ser nada más que una coincidencia de nombres.
Probablemente recopilado por Le Mon Pai (poeta nacido en Mai Pu) o por su discípulo nipón Kagasawa[1]. Rescatado por el argentino Abelardo Festivo. Aldo Orso lo encontró entre las cosas de Festivo en el papel que envolvía los pedazos de un jarrón roto de la dinastía Ming.
 

Li Po aspiraba al desarrollo espiritual. Lograr la sabiduría. Por eso, en el año del conejo, decidió consultar a un monje shaolín sobre qué debía hacer para lograrlo. El respetable monje le pidió que le trajera el tigre más hermoso y terrible de todo el imperio. Para ello debía buscar en el interior, tanto de su conciencia como de la China.
Li Po preparó durante décadas su captura. Aprendió todo lo necesario sobre los tigres y la manera de aprehenderlos. Atrapó varios de ellos pero ninguno le pareció a la altura del pedido del monje.
Cuarenta y siete años después Li Po y sus adláteres fueron a ver al monje shaolín con el más deslumbrante tigre de la China, tan excepcional como peligroso.
El monje, de edad incalculable y vista débil, se acercó a la jaula de la singular fiera para apreciar su magnificencia. El tigre de un zarpazo veloz y certero atrajo al anciano dentro de la jaula y se lo devoró en un santiamén.
Era el año del tigre.

Hsu Chuen Gah


 


Investigación Sergi Puyol i Rigoll para la Ci eN eÑe




1     En idioma japonés significa diarrea, colitis, etc.

lunes, 18 de noviembre de 2013

Haberte presagiado 2

me baleaste con esa ternura
que deja indefenso
rogándole a mi bestia
excusas de amor
para no convertirme

haberte presagiado
antes que mordiera
el pulso ancestral

ahora me refugio
en algún lugar del tiempo
ni hombre ni animal
algo que pendula
en la oscuridad madre.

vmc

viernes, 15 de noviembre de 2013

Déjame caer

sangra misterio
cuna de miel
ahora en la aorta primitiva
me dejo caer a la tentación
que regala el Destino
más líbrame Señor de no sentir deseo.

vmc

lunes, 11 de noviembre de 2013

Antesala a la presentación del Poemario 20 Poemas sin amor, en Mar de Ajo




"Dado que el poemario trata sobre el amor, supongo que para ser coherente deberé comenzar por la relación con mi madre. Bien, tengo una Colección de Epítetos Maternos con los cuales me atormentaba de pequeño, tales como:
-Este chico es la piel de Judas.
-No tiene perdón de dios.
-Este chico pone nervioso a un santo.
Ustedes comprenderán por qué no soy edípico. Por suerte zafé por un costado.
Esto no es todo, siguió en la adolescencia con su frase típica:
-No tenés verguenza, ni dignidad, ni sentido de la responsabilidad...
Una emoción similar a la que padecí, ya fue descripta por un grupo de filósofos contemporáneos, Los Auténticos Decadentes, cuando dicen ante las amenazas de su padre:
"golpeaban mi cabeza como rulo de tambor.."
¿Qué se ríen? ¿por qué citar siempre a Marx, Engels, Freud ...?
En mis épocas cada seis líneas obligaban a nombrar a Spengler y Shopenhauer...
Me niego, yo acudo a los filósofos callejeros como el Piti Alvarez, cuando afirma:
"me gustan las chicas, me gustan las drogas, me gusta mi guitarra, James Brown y Madona...
pero lo que más me gusta son las cosas que no se tocan..."
Ahora bien ¿qué son las cosas que no se tocan?, lo intangible, o sea Introducción a la metafísica.
Y hablando de metafísica, ¿qué mas abstracto que el amor?
Y para terminar con los epítetos maternos, hubo uno en especial que más o menos dio en el palo, decía:
-Hijo, vos sos un enamorado del amor.
Y sí, ¿por qué no?, después de todo es una posibilidad.
Y para concluir con respecto al poemario, digamos que me dediqué a satisfacer estados de ánimo absolutamente alterables, fotografías de humo, simples recordatorios imposibles de contradecir.
Aunque debo confesar que el rango de mi incoherencia es cada vez nás nocivo; voy desde "amor sin una gota de piel" hasta "el culo perfecto"
a los bifes...."


vmc

jueves, 7 de noviembre de 2013

Cine de un renegado 2013

Impresionismos. Hace tiempo que estas páginas no escriben sobre cine francés, poco o nada de él llega a nuestras costas y suele durar un soupir. Renoir de Gilles Bourdos, que arriba rezagado (2012) es el típico film d´art galo, bello de mirar por donde se lo mire, aunque no deja huella visible en la memoria. Bourdos y sus co-libretistas (Jérôme Tonnerre y Michel Spinosa) no asumen el biopic total de Auguste Renoir (el histórico actor Michel Bouquet) sino un breve lapso, cuando el provecto pintor, rico y retirado a su bucólico cottage de la Riviera, contrata a una nueva modelo joven (Christa Theret) y vuelve del frente en licencia su hijo Jean (Vincent Rottiers), no otro que el futuro cineasta. Allá lejos de la avifauna del Mediterráneo, se desenvuelve la sanguinaria Gran Guerra y al subteniente de caballería en convalescencia de un costurón ya le interesa el bisoño séptimo arte, que desagrada al padre, (“arte es lo que hace uno con sus manos”) y de paso caerá seducido bajo los voluptuosos encantos de Andrée, esa musa pelirroja que, le agradecemos, posa desnuda ante la paleta del anciano durante casi todo el film. La sabiduría científica del artista de Le moulin de la Gallette, sus agachadas e infidelidades pasadas, la hesitasión de Jean entre re-tornar a las trincheras o quedarse en el ocio culposo del burgués refugio paterno, y las ambiciones de estrella de la escultural Andrée, cubren las dos horas de Renoir. Que carece, penosamente, de dramaticidad. No hubiera aburrido menos si se le recortaba media hora, ni tenido un climax pasional si se la extendía otra media.

Se adivina el conflicto de Bourdos director y autor, que deja el lienzo a medio hacer. La fotografía (del taiwanés Ping Bing Lee) alude al grano y el salpicré de Renoir pintor, pero habrá que aguzar mucho el ojo para reconocer la pincelada plumosa, el sensual húmedo sobre húmedo de aquél en el paisaje retratado. Y definitivamente no nos imaginamos cómo el cineasta de La regla del juego y La gran ilusión, o sea, el sutil indagador de la dialéctica social y el antibelicista convencido, pudo creer, y crear, a partir de esta sesgada y tibia muestra de familia. Eso sí, la tal Christa está buenísima.  

Gabriel Cabrejas 
 lacocuzza@gmail.com

miércoles, 30 de octubre de 2013

Cine de un renegado 2013


Darín atrapado sin salida. Popular a ambos lados del Atlántico, Ricardo Darín da otro batacazo en la coproducción hispano-argentina Séptimo, que no obstante dirigirla un navarro, Patxi Amezcua y su coprotagonista femenina Belén Rueda, puede estampillarse de nacional, dado el elenco prácticamente criollo y suceder en un edificio de Buenos Aires. Un policial concebido según las reglas estrictas del policial, de factura impecable en lo técnico pero presuroso en el desenlace,como un atlético maratonista rengo. No se explica su eficacia sin Darín, distante del depresivo de El aura o XXY, del chanta entrador de Nueve reinas, el valiente de una pieza de Elefante Blanco y El secreto de sus ojos o el timador culposo de Carancho. Ocupando todo fotograma disponible, el actor expande sus registros y se torna convincente en la máscara de un padre desesperado a quien acaban de secuestrarle sus dos hijos apenas a un palmo de sus ojos. Como leguleyo en una audiencia comprometida a la que debiera acudir sin dilación, parece al comienzo uno los tipos darianos, el que se las sabe todas más una, y de pronto se le derrumba la compostura. Su ex, Rueda, planea llevarse a los dos párvulos a Madrid y, como menores de edad, necesita la firma autorizada del padre, que duda; junto a ellos se pone a jugar a ver quién termina antes en la planta baja, él en ascensor o ellos corriendo escaleras abajo.Y al pisar él la cancel, zas,los chicos desaparecieron. Y sale,o mejor dicho, entra a buscar-los. Desconfía del portero (Luis Ziembrowski) y del comisario del 4º piso (Osvaldo Santoro), que lo acompaña en la pesquisa y dice mover cielo y tierra. El telefonema de los secuestradores esclarece el paradero, y a volar: tiene dos horas para recabar las cien lucas verdes que le reclaman. Hasta ahí, la trama prospera a través de una cuidada dosificación del suspenso, la adecuada música de Roque Baños, el otro español en los rubros artísticos y, sobre todo,la intensa presencia de Ricardo, pegado a su celular, a veces brotado y otras contenido, que logra transmitirnos la angustia de una situación con la que resulta fácil identificarse —qué haríamos si nos chupan a los nenes por dinero. Después, conocer al responsable del rapto, el whodunit del policial de escuela. El pobre relieve de los caracteres, el inexpresivo rostro de Rueda, con el mismo gesto siempre, el desbarranque de una intriga que se resuelve en cinco minutos, decepcionan al cabo de un planteo prometedor e inteligente. El final de otra película, pegado a éste.  

Gabriel Cabrejas

martes, 29 de octubre de 2013

Mascotas-Menoscotas.(HUMOR)


Quien sostiene que el perro es el mejor amigo del Hombre, está enfermo, es un sociópata. Algo grave le sucede, no jodamos, aquí hay un problema de relación entre pares.
Que yo sepa la Empatía sólo es posible entre individuos de la misma especie y,  excepto que los fundamentalistas del sorete en la vereda padezcan anamnesis (recuerdo de pasajes de vidas anteriores) en las cuales fueron cánidos, es insostenible tal afirmacion.
Ahora bien, de acuerdo con las Leyes del Karma, si el sujeto en cuestión evoluciona de un estado primitivo a una forma más o menos civilizada, entonces no se explica cómo reivindica el lado salvaje. No me cierra la cosa, no me dan los números. Sorri, como diría la presi, nadaaaaa... ¿Serán tal vez los licántropos almas atrapadas en dos mundos?
Para los animales, los humanos somos comida o portadores de ella. Las mascotas necesitan un Alfa a quien obedecer, no un camarada de copas en noches pecaminosas. No existe una relación recíproca entre estas dos especies; por un lado hay sumisión, por el otro, servidumbre, funcionalidad. O lo que es aún peor, encontrar en el animal un sustituto para las carencias afectivas.
Recuerdo una Copa Libertadores allá a pricipios de los 90, en Chile: invasión de cancha al final del partido para festejar por parte de hinchas y policías. Un perro ataca al arquero de Boca, Navarro Montoya, y éste reacciona con una patada. ¿Qué hubiera hecho yo ante la embestida de una fiera entrenada para matar?  Si puedo lo primereo, yo no tengo esa vocación de cristiano en el Coliseo aguardando que me morfen los leones. Repito: si puedo me lo cargo. "me lleva él o me lo llevo yo, paqué se acabé la vaina" (Carlos Vives, La Gota Fría)  Cualquier existencia responde ante el primer mandato de la vida: la supervivencia.
En cambio en qué concluyó: multaron al que se defendió con no se cuanta guita.
O como cuando matan a un oso porque un boludo se acercó demasiado y el bicho se lo manducó. Jodete por gil. 
Son los excesos de una sociedad enferma, que para lavar culpas por el exterminio de tantas especies, ahora defiende exacerbadamente a los animales y,  en muchos casos los trata mejor que a seres humanos que mendigan en sus puertas. Toda una distorsión.
Y que no me tachen de insensible, homocéntrico y demás blablás. Cada cosa en su lugar. Como dijo mi difunta tía: un poco halaga, mucho empalaga.
Por eso les digo a los defensores de los coprolitos en puerta ajena: No me chamuyen más.

vmc

sábado, 26 de octubre de 2013

No soy yo, son mis circunstancias

de tanto dificultarme, desidentifico
de tan altar, reciclo idolatrias
¿por qué sufrir tanta imperfección, tantos etcéteras?
tanto depender de circunstancias, esclavizaron el yo

un yogui zurciendo agujeros de ozono
un profeta desocupado limosmea en las calles de NY
una caja de zapatos repleta de aureolas boreal
un inodoro orbita el planeta

¿exactamente dónde quedo?

vmc

viernes, 25 de octubre de 2013

fracesita del día

Tuve una idea que ya cicatrizó
la piel de un recuerdo hecho bonsai.

vmc


martes, 22 de octubre de 2013

Frasesuchas

La naturaleza necesita imperfección, caducidad, absorber cadáveres para recrear nuevas formas que descomponer.
La profundidad se nutre con escoria y restos de navío, el último vestigio de muertos insaciables.
La naturaleza exige que mis palabras se disgreguen.
Aquellos que nacieron antes de las formas vestirán el cielo.

Sufro los vampiros del éter urgando mis arterias
hasta desovar circuitos que acusen rebelión.
Sólo resta darle arte a mi muerte.

Marcel Clementí

martes, 15 de octubre de 2013

Teatro de un renegado 2013

El Soplón de Dios, de y por Freddy Virgolini Maestro de ceremonias En 1998 una dupla difícil de empardar, Daniel Lambertini director y Freddy Virgolini protagónico, urdieron una puesta superlativa, Vincent y los cuervos¸ sobre libreto de Pacho O´Donnell, ninguneada por la premiación del Estrella y llamada a ser, a juicio de este escriba, un hito en la historia de nuestra escena. Los caminos de ambos teatristas se separaron aunque no demasiado:siguieron sendos itinerarios en España, de donde volvieron más sabios, perfeccio-nando el lenguaje para el cual estaban dispuestos, el unipersonal. Después, cada uno logró su propia sede cultural y su escuela propia, y hoy son referentes indiscutibles del teatro local. A Virgolini, sin embargo, le faltaba la frutilla del postre,lucir sus galas, vale decir, escribir y actuar el despliegue necesario de conocimientos y experiencias adquiridos, montar en sí el largo período de aprendizaje y maduración razonada, de capacidad en grado de autoconquista. El soplón de Dios deslumbra hacia los cuatro costados. De arranque una tapa en el piso del tablado se abre y entre el humo rojo brota el enmascarado, que exuda lentamente la puerta del Infierno. Estremece, y más sus palabras, que sintetizan la evidencia de sentido: “Señores de la Conciencia, yo empecé con el asunto ése del pecado original, luego una cosa llevó a la otra y ahora el asunto se me está escabullendo de las manos”…Lucifer deberá subrayar esa fluctuación, de un lado buscar un vicariato para su sucesión humana, y por el otro, percatarse de que la abundancia espontánea de discípulos han amplificado hasta el horror su herencia. Sí, la muerte equaliza a todos y Lucifer los enumera cínico y casi orgulloso, se burla de sus pleitos a fin de ganarse la eternidad y terminar morando a su lado, pero también constata la demografía del Averno, donde todos conviven sin mérito. Y en la vida, apenas arriba, todo tiende a igualarse también, bajo la seducción generalizada del Mal. Si la pieza adolece una carencia, es un texto que debió someterse a una relectura crítica de otro, dada alguna confusión en su desarrollo. Claro, se trata de un detalle y no de una grieta garrafal, ya que se integra, se permea a la función unificante de una actuación tan completa (y consagratoria) que convierte a El soplón en uno de los mejores unipersonales de la diacronía marplatense. Ojo, no cae en las dos tentaciones del género: ser una terapia confesional-biográfica, que no interesa a nadie, ni arrojarnos un estallido de personajes dispersos sólo atinentes al aplauso por tanto exhibicionismo histriónico, esa desesperación en mostrar lo bien que actúo. Virgolini, ante todo, se define puestista de sí mismo, ofrece un manual de unipersonales, que instala a nuestra elección la gama de eventos visuales, sonoros y físicos que pedir se pueda bajo el rectángulo de luz. Aclaremos. Primero, la manipulación de un dispositivo-adminículo multiuso, en su caso una simple sopapa con elástico, que refuerza y simboliza el discurso: puede ser un pene erecto, una copa, un puñal, la antorcha de la libertad, un puro, una ballesta. Segundo, el juego de máscaras: la neutra e inexpresiva junto a la enteriza de cuernos, dicho de otro modo, la humana y la de Belcebú, como se la tipifica en las fábulas medievales. Tercero, la corporización de los fantas-mas humano-satánicos a través de la indumentaria en móvil estado de transfiguración: imper-meable blanco-impermeable negro, bastón, ropa compleja y atemporal —babuchas, calza, taco-nes de mujer, una gasa roja también múltiple y metafórica. Cuarto, un títere, duplicación y acaso superación del marionetista-diablo. Como dije, presencia y decir, pero no se conforma. Freddy V orquesta la movilidad del signo, dosifica la musicalización (del tranquilo Mozart al esperado y casi natural Sus majestades sa-tánicas), la mudanza mágica de indumentaria y rostro, la fuga a lo imprevisible en el vestirse y desvestirse, la negativa a las risas macabras del perverso —el Demonio puede ser cualquiera y tal vez lo sea, la parodia (“Me pueden creer rey del espacio infinito pero en realidad estoy den-tro de la cáscara de nuez”). Este soplón no se denomina así casualmente.Es más que nada el ortiva que delata y denuncia a la humanidad ante Dios, en lugar del mediador piadoso, el santo. Hasta, podría postularse, representa a la humanidad ante el Creador, firma al pie el contrato fáustico y corre a contarle a su Superior qué facil fue sacarle al Hombre la rúbrica. Se diría que, en tal destino, Lucifer nos despierta cierta piedad ambigua. Virgolini termina con el torso desnudo, brazos en cruz, invocando a la culpa universal, vocero inoficioso de la contaminación, la doble moral, el vicio interminable, el odio al otro. “Mira, pero no toques; toca, pero no pruebes; prueba, pero no tragues”. Lucifer sigue siendo el actor de reparto en obra ajena, aquel a quien vamos a contemplar y a un tiempo admiramos y rechazamos, como lo mejor y peor de nosotros. Párrafo aparte, el descubrimiento de 4 elementos constituye el contexto inmejorable,el que Mar del Plata esperaba y no lo sabía. Un lugar alternativo, sí, y distinguido, diseñado, amplísimo y atrayente, que rompe la tradición del recoveco estrecho de los independientes, voluntarioso pero poco acogedor. Los 4 invita a un target desconsiderado por las salas pequeñas, un público gustoso del buen drama y distanciado de él porque no provee del confort y la plenitud estética que el off suele reducir a la propuesta específicamente teatral. Un hábitat en cuyos metros cuadrados quepa la coexistencia de lo comercial y lo artístico sin contradecirse ni traicionarse. Freddy V, en definitiva, redondeó una obra tan alucinante como el ambiente que co-dirige. Medio centenar largo de espectadores, en una fría y neblinosa noche dominical, testimonia el impacto que sitio y protagonista convocan Marplatenses, endemoniadamente gratificados. Y agradecidos. Gabriel Cabrejas Lacocuzza.blogspot.com

viernes, 11 de octubre de 2013

Creador de Insuficiencias

Luego de insatisfacer mi ego
con imágenes que nunca sucederán
vuelvo a la rutina cenicienta
a esperar que visiten fantasmas

Convivir mundos ambiguos
nivela esta conciencia territorial,
un puñado de magia
para no ahogar de tanta realidad

y curvarme en esferas que esfuman
hacia la oscuridad que todo lo sabe

y se hizo la luz luego del silencio.

Vicius Clem

martes, 8 de octubre de 2013

Cine de un renegado, 2013

La tragedia de Z. Las pelis de zombies están en plena exploitation: podría postularse que es el subgénero del terror slasher del capitalismo tardío. El placer de matar sin culpa al semejante que ha dejado de serlo o se convirtió en un monstruo irreconocible, y en el cual no puede advertirse ya al padre o a la madre, resucitado en una bestia caníbal presta a devorarse a los hijos, encaja perfecto en la amoralidad posmoderna, amén de reforzar la paranoia relativa ambiente —no otra cosa que el pánico a las masas descontroladas. Nunca, sin embargo, había logrado juntar tanto presupuesto, y mucho menos encabezado por una superstar como Brad Pitt. Cuestión que un virus ataca, tópico en esta clase de films, y una mordedura de zombie transforma al individuo masticado en ídem en apenas doce segundos, y a correr. World war Z del bávaro Marc Forster arranca igual a muchas, con una megalópolis rutinaria de pronto caotizada, (New York, siempre), fenómeno que se repite en otras ciudades hasta devastar, tout court, a la humanidad. De variante, el héroe no es un ex agente de la CIA o el FBI sino de la ONU, Pitt-Gerry Lane, en viaje de placer junto a su familia y atascado en una avenida donde la plaga humanoide se viene a paso redoblado y únicamente el certero balazo en el cráneo puede parar. Guerra Mundial Z consta del nervio exigible: acción masiva permanente, suspenso, chorros de hemoglobina y despliegue de efectos especiales, pero, a pesar del gasto, no rompe el molde. O sea, no deja de ser un zombie film convencional a escala mayestática, y sin la metáfora socio-política filosa de un George Romero (Night of the living deads,1968; Zombie, también llamada Dawn of the dead o El amanecer de los muertos 1978; Day of the dead, 1985 y Land of the dead, 2005), ni el grotesco-sátira (Shawn of the dead: Edgar Wright. 2004, Zombieland. Ruben Fleischer, 2009). Que ahora se agigante a tamaño baño e ingrese en el mainstream de Hollywood no hace sino revelar la fatiga del material, destino fatal de cualquier subtipo del terror. Pitt, ya maduro para galán pero no lo suficiente para héroe, hospeda a su esposa e hijas en un buque de refugiados y sale comisionado en busca de playas despejadas, o bien, un improbable antídoto. Le cuentan sobre Jerusalem tras las murallas de contención, en apariencia segura, pero los zombies se apilan en pirámide y se arrojan a miríadas, contagiándola a dentelladas. Luego se trepa a un avión bielorruso, también libre de invasores, y de nuevo —como si los guionistas hubieran visto Los amantes…—un infectado de la segunda clase envenena veloz-mente al pasaje y Lane lo libera mediante una granada que abre un boquete y lanza al vacío a todos. El logro proverbial del modelo zombie consiste en trocar las crueldades más horripilantes en anticrí-menes, tanto como los bípedos se animalizan, y plantear el simple y llano genocidio en solución ineludible a fin de salvar algo. No extraña del país que botó la bomba atómica encima de japoneses civiles e inermes y sostuvo entonces que habría sido peor continuar la world war. Hoy se habla de daño colateral y, a diferencia de estos celuloides, jamás vemos en imágenes cómo y sobre quiénes se desata. El montaje digital no necesita reclutar extras. Los z se multiplican ante nuestros ojos, anónimos y tumultuosos, des-concientes y famélicos, y nos castran toda piedad. “Perdí a mi hijo en Roma a manos de lo que recién era mi mujer”, sintetiza, duro y preciso, un médico durante la fase última, y un ex CIA, David Morse, cuenta cómo los coreanos del norte (comunistas, claro) hallaron la salida: arrancarle la dentadura, previsores, a su población entera. En la secuencia de títulos se pasan documentales de fieras predadoras manducándose a sus víctimas indefensas. Algún inverosímil se cuela, considerando que hasta en fantasías tan irreales se nos debe coherencia.Lane,Héroe-Americano-Redentor-General,propone inocular a los todavía sanos con otras patologías, pues observó en Israel que los z no mordían a los enfermos. De qué manera los an-tropófagos intuyen eso previo hincar los dientes, y cómo harán los infectados ex profeso por las enfermedades para curarse de ellas, se nos oculta, y antes de que lo pensemos, el film termina. ¿Habrá secuela? Lane espera que no descansemos tranquilos. “La guerra acaba de empezar”, sentencia. ¿Seguirán los árabes? Gabriel Cabrejas

Quizás



Quizás estemos unidos por hilos incomprensibles

por halos que llamamos deseo

erotismo mágico que pronto desvanece

hasta naufragar por tus ángulos bisiestos



y vi la muerte detrás de tus ojos

una cortina sin alma

la misma nada aterradora



no me culpes por sentirte atractiva.


Vicius Clem



viernes, 4 de octubre de 2013

Cine de un renegado, 2013


Un Almodóvar pequeño pequeño. El travieso manchego decidió, después de tanto dramón escatológico y oscuro, tomarse unas vacaciones en paso de comedia. Simplemente Almodóvar no quiso hacer sino lo que hizo, una música de cámara dentro de los concerti grossi, buenos o mediocres, de su producción previa. “Me alegró no haber perdido la ligereza”, meditó en un reportaje. Entre la nostalgia de La Movida setentista y la alegoría política, Los amantes pasajeros quiere ser deliberadamente eso, un opus fugaz, que regenera su estética como un puente de cá-ñamo cruzando dos robustos promontorios, la obra anterior y la venidera.. Vayamos por partes. Un avión de la compañía Península (sic) boya en redondo sin poder decolar, roto el tren de aterrizaje, y los pilotos deciden no informárselo a la clase turista, a la que de paso dopan durante la travesía. El pasaje de primera parece más afortunado, o menos, según se mire: no puede evitarse que sepan de la avería, pero se les administra agua de Valencia, un poderoso erógeno líquido hecho a base de mescalina sintética y alcohol. Unos roncando y otros en plan partuza cachonda e hiperlúcida, mejor alegoría de la España actual no hay. Dicho de otro modo, el poder narcotiza a los pobres previo mentirles, y euforiza a la alta burguesía, tan nostálgica de los 70 que hasta succiona la droga fiestera de aquellos años irrepetibles, cuando no se conocía la gragea de éxtasis. Ecuánime, si abajo moran los reciencasados mersas, o un moro gracias al cual la vidente-virgen (típico personaje almodovariano) Lola Dueñas pierde el virgo sin enterarse aquél, seráficamente dormido, arriba los vipers no son ángeles. Así, Cecilia Roth compone a una ex actriz del Destape, actual puta de lujo y dominatrix; José María Yazpik es un sicario al servicio de los narcos mejicanos, y José Luis Torrijo, un empresario corrupto que pensaba tomarse las de villadiego mediante el vuelo. Como en las fábulas, el loco dice la verdad, y el enfervorizador sexual sirve de pentotal. Cada cual confesará lo inconfesable. La Roth, que se acostó con el “nº 1 de los nº 1”, equivalente ya no a Marianito Rajoy sino al mismísimo Rey; Yapzik-Infante que su “último trabajo” antes del retiro era, precisamente, la demasiado enterada Norma Boss-Roth y que Torrijo-Mas estafó a medio país merced a sus lavanderías políticas, un caso Bárcenas apenas disimulado. Hasta figura un galán maduro (Guillermo Toledo) con sus devaneos de faldas, la parte más dramática, como para balancear el disparate. No sirve de mucho el injerto en onda cameo de Antonio Banderas y Penélope Cruz, excepto de gancho extra o demostrando que los hispano-hollywoodenses todavía aceptan un bolo de su maestro. El huis clos o encerrona claustral, propuesta para enfrentar conciencias y a unos contra otros, teatraliza en parte al film, fuera de los espacios de apartamentos, caros a Almodóvar. Los colorinches arrebatados, la sobreactuación con funciones cómicas, las referencias sexuales desembozadas y casi porno, como una gota de esperma en el labio superior del azafato Arévalo-Ulloa, direccionan a Pedro hacia sus inconfundibles marcas estilísticas. Comedia loca y de locas, se lu-cen Carlos Areces, Javier Cámara y Raúl Arévalo, los azafatos, incluso haciendo un numere-te coreográfico-karaoke entre las filas de asientos. Para Almodóvar el que no es gay lo será o lo esconde, cuestionable trasunto que vuelve definidos sólo a los delincuentes del pasaje, y el final feliz, una suma de nuevas y viejas parejas homo. Se le puede reprochar la excesiva liviandad en la resolución, después de semejantes confesiones y guantadas de director comprometido, pero el contexto no pide tragedia y hubiera sido un despropósito.Tampoco pidamos originalidad. El microcosmos dividido en sirvientes y patrones, y una escalera uniendo y separando, fue la prioridad simbólica de bien británicas lecturas dialécticas como Lo que queda del día (Ivory, 93) o Gosford Park (Altman, 2001). En muchos sentidos, Los amantes significa un avance en la filmografía del manchego picarón. En otros, un autohomenaje ramplón que no llega a divertir, porque recuerda cuando se despachaba con Pepi,Lucy y Bom, Laberinto de pasiones o Entre tinieblas, esas sí, revulsivas a más no poder. Y pasaron treinta años(1).  

Gabriel Cabrejas

1 La crítica española e internacional pulverizó a Los amantes, y las expectativas de taquilla lo defraudaron, a pesar de que en la web de su productora El Deseo Almodóvar se mostró confiado en continuar su idilio americano. Sin embargo, hubo matices, aunque esta vez lejos de la unanimidad laudatoria: “Su incapacidad para abrir nuevos caminos puede hacer que la audiencia sienta que ya ha visto algo de esto antes, y mejor hecho” (Jonathan Holland, Variety); “es un obsceno y agitado regreso a las piezas excéntricas del director de finales de los 80/principios de los 90” (Jordan Mintzer, The Hollywood Reporter); “parece como una película que Almodóvar tenía que sacarse de dentro —una especie de piedra en el riñón cinematográfica— y tu instinto te dará punzada de simpatía” (Robbie Collin, Telegraph); “Comedia ligera, alocada, sumamente estilizada que se ofrece como diagnóstico moral de un país sumido en una crisis profunda (y) se espeja en el vértigo surrealista de las 'sophisticated comedies' de los años 30” (Carlos Reviriego, El Mundo); “haciendo equilibrio imposible entre el kitsch trasnochado y la genialidad. Cámara-Areces-Arévalo, auténticos Chicos Almodóvar, tres personajes para la historia del cine español” (Carlos Marañón: Cinemanía); “la sensación permanente que me asalta padeciendo la ridícula (película) es algo ingrato llamado vergüenza ajena” (Carlos Boyero: El País); “intenta retomar el camino de Mujeres al borde de un ataque de nervios, pero el director ha cambiado mucho como cineasta y lo que antes fluía de un modo absolutamente natural, ahora se atasca en las arterias del artificio” (Sergi Sánchez, La Razón).

lunes, 16 de septiembre de 2013

Festival de Folk Gay (cómico)

A realizarse en la loma del orto
participan:

*Los Mancebos Santiagueños
*Las Voces de Onan
*El Pene Mágico
*El Malevo Rosita
*Carne de Chancho y Charango
*Los Guachitrolos

Auspician el evento:
Boutique Camporosa
Bombachas hot para gauchos hot
Corpiños al tono
y
Regalería El Palo Santo
Espuelas redivinas para tus tacos aguja


miércoles, 11 de septiembre de 2013

Dos Interrogantes

1

¿de qué lado de la vida te ponés
cuando la suerte no alcanza?
o cuando besa sin ganas,
todos la codician

ella es de nadie
sólo acompaña una brisa

¿de qué latido me hablás ahora que se fue?

2

atrapado en el momento ingrávido
donde las cosas asumen levedad
me pienso:
ya no soy héroe entre mis juguetes
ni mártir en el coliseo de la culpa

¿quién soy?
a oscuras adivino esta silueta
e intuyo que a pesar de los peldaños
ninguna escalera llega al cielo.

Victor Clementi

Colección de frasesuchas innecesarias

*Si por acelerar vas a ningún motivo
  no es exceso, es destiempo.

*Primero comprender las leyes de la tierra
  para luego sospechar otros enigmas.
  Eso  es armonía:
  intuir las leyes del cielo.

*La quietud impenetrable no es sólo silencio.
  El silencio puede guardarse.

*He conocido el establo de los huérfanos
  testigo de un cielo triturado
  he sobrevivido a inclemencias deductivas
  he robado pixeles de gloria a la eternidad

  sin embargo fui devorado
  por el cardúmen de tus labios

  creo que la luz es un detalle en el universo.

*Es curioso como los detalles orientan el devenir
  al elegir cada distracción.

  por eso le ruego al destino
  que no abuse de mi ignorancia.

*Abro el mundo y le doy la bienvenida al sol,
  melodías aladas me visitan.

  A veces uno es felíz sin advertirlo.
  Pareciera que la percepción de la felicidad
  no es lineal con el tiempo en que sucede
  y es apreciada a posteriori

  casi un ejercicio de la nostalgia.

CHAO CLE MEN.



miércoles, 4 de septiembre de 2013

Juegos del Ego

presencié a la Verdad tan brevemente
que ya no la recuerdo

en las fronteras del ahora
ocurro círculos a discrepar,
pasajero a ningún envase

algo juega con mi ego
algo huele el pensamiento
algo más allá del ya

algo arrulla mi esencia
y no es madre alguna
algo de simiente incauta

esta paz presurizada
encierra muertos en el sótano
andenes inexactos
algún enjambre

títere de un dios
que orina palabras

agua lenta
andamiaje hacia lo eterno,
el sueño tiene alas
que viajan sin mí.

Vittorio Clemencius


lunes, 2 de septiembre de 2013

Trasbordo

Invisible
próximo a delinquir tu cuerpo
desnuda de a sorbos,
ocupar esos países apenas
habitados por deseos primitivos

reincido a una fe ilegítima
sólo para ceremoniarte
con palabras que penetren
ese halo de arrogancia
y abovedarme en tus cuencos

me ateo a partir de los puñales
que arrojas cuando la sombra convoca ,
converso de mí mismo
(o del mismo mí que sustenta)

luego te vas enjuagada por las cosas
y algo infunde que existirás otro instante

ilusión huésped.

Vic Sugar Clemen

domingo, 25 de agosto de 2013

Personajes Olvidables. Los Pesimísticos (Humor)

Comenzaron siendo un grupete de forajidos del karma, gente dolida por diferentes motivos y que consolidaron una catarsis semanal donde compartían sus desgracias.
Para no abundar en groserías y desafiar al buen gusto sólo comentaré tres especímenes:
Daniela: a cargo de ocho hijos, todos de padres distintos. Una deprimida crónica que era abandonada siempre y que, además, le cancelaron las dos últimas asignaciones por hijo por exceso de vagina.
Fabio: un marica frustrado por tener hemorroides. Jamás fue penetrado y para colmo los mates de leche le producen arcadas.
Luciano: un perdedor acostumbrado a que le roben en todas las casaa que habitó. No hacía más que mudarse y al poco tiempo era asaltado. Un total de 19 veces.
Junto a otros forman un clan restringido de nefastos poco y nada favorecidos por las circunstancias.
¿Qué dios pergenió tales engendros portadores de un muro de lamentos portátil?
Ellos peregrinaron por cuanto libro de chantayuda les cayera sin hallar la respuesta que resuelva tanta inequidad. Eran individuos polarizados hacia lo negativo, portadores del Síndrome del Bajón Abasoluto.
Amantes de la tragedia, leían a Angustiógenes, aquel filósofo griego fundador del drama cotidiano, y que como tantos transitaban el anonimato en escala gris.
Todas las semanas se reunían para comentar alguna decepción y lamentarse en conjunto. Socializaban la pena. No era precisamente una horda de autoayuda, más bien los definiría como unos nefastos autoinmunes.
Si bien es cierto que el dolor atrae más que la inocencia, nuestros depredadores de la buena onda exageraban la caída, se alimentaban con desgracias propias y ajenas, las rejurgitaban una y otra vez, masoquistas, cómplices del lamento. Aunque no es la primera tribu que llega al éxtasis a partir de la autoflagelación.
Entre sus costumbres, le rezaban a San Tristán, patrono de los yeta quienes creen que sufir aquí es asegurarse el Cielo.
También adhirieron a la Izquierda Amarga, respaldando la consigna: Humillados del mundo, Uníos...!
Además presentaron un proyecto de ley para la Despenalización de la Pena, cuya campaña se fundó en el lema: No te sientas culpable por sufir.
Al fin liberados nuestros antihéroes del paso traumático por el cuerpo, trascedieron el suicidio. Hoy son los apóstoles del ecepticismo, la Escuela Pesimística por excelencia.

Vicius Clem


viernes, 23 de agosto de 2013

Callarás el vino eterno

a medida que hago exactos mis supuestos
supuro números mutantes,
a intervalos mis halos clonan fantasmas

ya estoy contemplado
cada una de mis irreverencias fue descripta,
la sorpresa, en términos de exactitud
es producto de la ineficiencia imaginativa

sin embargo el asombro nos inyecta vida
de allí la manzana y la utopía.

Victor Clementi

Eva teje mandalas

                                          a mis fieles excesos

desnudo en la taza de café
me creíste ido, a pesar que te advirtiera:
no me mueras mientras nado

tantos besos sucedidos, sucesivos
prescindibles ahora,
tantos mástiles de angurria
para idéntica suerte

suspendido a la altura de tus ojos
llegué a escalar partituras de lascivia

pude colonizar esas zonas salvajes
morder aristas suicidas
invadir esos párpados de vino
con mi lengua atea

sólo cuestión de acceder
a la superstición correcta

sex y veinte me urgenció tu cuerpo
que ya trajo impaciencia,
fueron efluvios perezosos en recorrerte

luego regresé a mi perímetro breve,
a la carne anterior al pecado
agua lenta

este pan ante tus ojos se amigaja.

Vicius Clem

jueves, 8 de agosto de 2013

Simultáneo a la deriva

Un Adan mutante en este paraíso virtual, donde todo coincide y compadece bajo una lógica absurda
¿qué fue del paradigma de la tierra plana? ¿hacia dónde la cenizas de las brujas?
Apenas unos magos fugaron de los monges vampiros.
La razón es obra de un hechizo, de un influjo que supone dirección al pensamiento, sin embargo distintas percepciones crecen paralelas al sentido que adoptamos.
En tanto subsista la búsqueda de fronteras inimaginables es posible hallar otras formas de vida, con diversos ordenadores.
Que el pensamiento científico recurra a un patrón de conducta y un común denominador para descifrar y catalogar el comportamiento de las cosas, no invalida distinta percepción al respecto.
El concepto es algo similar a una escalera en el abismo, nos aferramos a lo primero consistente. Necesitamos continuar como sea, bajo adicción de fe o de razón social; poco importa indagar lo cuestionable. La aceptación es la garantía para que el sistema trascienda, es la matrix, el chip al que llamamos dios. Algo siempre programa y adultera nuestra esencia rebelde, o sea: el pecado original, o sea: desobediencia debida.

Vicius Clem


jueves, 1 de agosto de 2013

Reflexiones de un renegado, 2013

Educandos inadecuados

Un viejo docente sentenciaba que la riqueza conspira contra la grandeza. Grandeza no quiere decir tamaño, sino calidad; no es gordura sino altura, no es longitud sino proporción. El mito de que somos un país rico, que siempre vendrá la lluvia abundante tras la sequía, que la inflación de recursos naturales ha signado a nuestra tierra como paraíso de la promisión y la providencia, en pocas palabras la cantidad extensiva mezquinándole espacio a la calidad intensiva, conspira contra la probidad educativa, la subsume a un dato extra, un plus, como el edulcorante al café. Sin él mejora el sabor, pero puede prescindirse. Un perfume en una piel bañada, que sin el aroma igual está limpia. Según los resultados de una encuesta realizada durante los 90, los argentinos creían que debían resolverse primero, y para siempre, los problemas económicos, y sólo después dedicarse a la educación, algo superfluo o cuanto menos suntuario. La inconsistencia de una relación obligatoria entre ambos términos caracteriza al imaginario. Conclusión, ¿quién necesita realmente educarse cuando siempre habrá riqueza? Su repartija, al parecer, no depende de estar preparado, o bien, estar preparado para su acceso o adquisición no necesariamente depende de saber hacerlo. Saldrá solo, habrá palenque donde rascarse, siempre. En aquella triste época en que Japón pintaba de gran modelo a seguir, se decía que la isla del Pacífico era el contraste perfecto de la Argentina: no tiene nada y logra todo, mientras nosotros tenemos todo y no hacemos nada. “India es un país demasiado pobre para no invertir en educación”, meditaba Jawaharlal Nehru, sucesor de Gandhi. Mahatma, hacéme Gandhi. Poca tierra, mucha gente, pobreza hereditaria por añadidura. Crecer en altura, ya no se puede a lo ancho. La Argentina, rica y enana. A pesar de que la inversión en materia educativa ha sido espectacular, mal que le pese al gorilismo en boga, y no puede predicarse un desinterés objetivo del gobierno hacia la instrucción pública, la educación argentina sigue en crisis, producto de un modelo impuesto desde la Reforma del 94 y cuyas consecuencias sufrimos todavía hoy. Como anillo al dedo, ese (contra)modelo encajaba perfectamente con un país en proceso de jibarización, que sólo iba a incrementarse en el área servicios, previo aniquilamiento de la estructura productiva terciaria. Endeudados hasta la médula, vendiendo commodities y comprando productos elaborados sin restricción aduanera, se desarmaron las escuelas técnicas —¿quién las necesitaría?—y se embruteció ex profeso al alumnado, se achicó la matrícula estatal en beneficio de la educación privada, de manera que a la fragmentación social siguió la educativa. O sea, los coles privados formarían a la clase dirigente, bien dotada de insumos, aulas luminosas y calefaccionadas, docentes malpagos pero impedidos de reclamar y hacer huelgas como simples e intercambiables obreros de una fábrica, mientras los coles del Estado se destinaba/condenaba a los pobres y la clase media debilitada, profesores en huelga intermitente, espacios en situación calamitosa, ausentismo, deserción, insuficiencias. Todo intento por recuperar el tiempo desperdiciado, se sabía, iba a colisionar contra ese desbalance. Había que empezar de cero en la educación popular, y a cambio la privada seguiría evolucionando sin interrupciones. Un buen día, o un mal día, los chicos no pudieron más y, hartos de promesas de mejoras edilicias sin respuesta, tomaron los establecimientos. Y allí surgió una grieta profunda, mayor a las que aquejan a las paredes. El miedo a los jóvenes, la consecuencia más dolorosa de la des-educación. Guste o no, somos responsables todos, en grado diverso. Año electoral en el que el fascismo relativo ambiente burbujea y desborda, y se pide que la violencia vuelva a ejercerla el Estado, e indiferentes a la educación como siempre lo fuimos, se trató por todos los medios de demonizar a las víctimas, es decir, nuestros pibes. Después de tildarlos de ejemplares botánicos, hundidos en el android y la oreja en la cumbia, llenos de piercing y con los pulgares callosos de play station, casi analfabetos funcionales a los que se debe enseñar a leer aún en cuarto año, sanguíneos y acólitos del reviente, contestadores, abolicionistas de cualquier autoridad, malhablados y usuarios de un vocabulario de no más de veinte palabras, que un grupúsculo haya decidido tamaña determinación de compromiso —tomar escuelas—no se acreditaba sino a nuestros perversos politicuelos, oficialistas y opositores pero más de lo primero, que melonearon, lobotomizaron, idiotizaron a púberes que, de suyo, ya considerábamos semiidiotas. Los adultos los dejamos olímpicamente solos. Damos vergüenza por esta actitud, pero más vergüenza nos debiera dar la educación que les dejamos, arrastrada desde la década neoliberal, y que no pudimos, o no quisimos, cambiar en lo esencial. La pregunta es muy maleducada: ¿qué carajo hicimos para impedir que las cosas llegaran a esto? Cierto: trabajamos mucho, bajamos el nivel hasta ellos (no les importa nada, no entienden ni quieren entender, la mayoría carece de proyecto personal, van a ver películas dobladas porque no pueden leer los subtítulos, ni siquiera cantan el himno y si les pinta nos putean), sufrimos sus desplantes, el abandono en que nos dejan las autoridades pedagógicas, el papeleo inservible de múltiples planificaciones, los insultos de los padres que no parecen tener injerencia en la pésima conducta de sus hijos, la paranoia ante la responsabilidad civil, la falta absoluta de correctivos. Difícil pedirle a los docentes que procuremos liderar la transformación y la crítica. ¿Con qué tiempo? ¿Con qué voluntad? ¿Para quiénes? Y sobre todo, ¿quién nos ayudaría? ¿Cuándo? Cuestión que las hipocresías y la soberbia típicas de la clase media argentina se han puesto de manifiesto, por supuesto, sin mucho testigo y a puerta cerrada, no sea cosa que trascienda nuestro incurable fascismo. Ese doble estandar que nos hace bautizar a los bebés con nombres mapuches pero al ver un morocho en la calle cruzar de vereda, es el mismo que nos invita a parar 96 horas seguidas sin preguntar a los chicos si les jode, pero los aislamos y satanizamos cuando paran ellos, y en nombre de nosotros. Ya que, sabiendo el estado de mierda de los colegios, el plano inclinado del sistema, la nula intervención de los papás siempre que les funcione el estacionamiento de seres vivos, aún así no movimos para cambiar nada, debimos haber participado, solidariamente, con nuestros chicos, lo cual habría resuelto en breve el pequeño caos. Cierto, durante la noche final, previa al levantamiento, los centros de estudiantes, o los chicos sin encuadre de un centro, festejaron. Y lo hicieron como suelen hacerlo los de su generación, con generosas dosis de reviente, aunque más moderados cuando hubo algún control. La toma terminó empañada en al menos un par de escuelas: robo de netbooks, destrozos, actos menudos de vandalismo. ¿Cómo explicar que un reclamo por mejores edificios se ensuciara con su peor contradicción? Es que no todos los adolescentes comprometidos tienen el mismo grado de compromiso, sus representantes están aprendiendo y los colegios, a veces, son excesivamente extensos para poder ser controlados, y, digámoslo, dejarlos solos tiene sus consecuencias nefastas. En una sociedad donde se cree que los menores —sobre todo si son negritos—debieran ir a la cárcel común y sufrir las penas correspondientes a los mayores por iguales delitos, en cambio se los considera incapaces para adquirir conciencia política, involucrarse directamente en los problemas que les competen, ni tan siquiera opinar y discutir con los adultos. Dicho mal y pronto, merecen perder su libertad porque son responsables del mal, pero no pueden ejercerla cuando quieren realizar el bien. Les enseñamos el resentimiento, pero no aceptamos que se resientan. Los amamos, y los despreciamos cuando no hacen lo que esperamos. Les impartimos lecciones de ciudadanía (existe la asignatura…) pero los impugnamos cuando la practican. Si fueron buenos y malos al mismo tiempo, si una mañana protegen la institución y una noche la saquean, ¿cómo juzgarlos, si los adoctrinamos en el doble discurso? Pasaron meses desde la toma. Mar del Plata lo olvidó y siguió su semivida. Por eso a mí, que soy un renegado metido en el sistema, se me ocurre recordarlo.  

Gabriel Cabrejas
gabcab2003@yahoo.com.ar