miércoles, 12 de agosto de 2015

Bar y Barrio (quinta entrega)



FELICIDAD RESTRINGIDA (1999)




         Holgazanea mi lápiz en el alero de un garabato.

Llegan frases, disfraces

el único escaparate de la lluvia.



Recuerdo a la luna degollada de Tuñon

fingir enamorados en un poema.

Ahora sé que los agujeros del alma

no se revocan con proverbios instantáneos.

Hemos peregrinado mucho la palabra

y sin embargo...

soy una estrategia más que indispensable

para los gusanos.

Es poco advertible y hasta fastidioso convencerme.



La borra conversa espejismos

con las siluetas discepoleanas que inventa el humo,

hernias de su propio aliento.



Todo empuja a trasmutarme en un número gris,

ni la humedad escapa a la burocracia.

Los semáforos empeñaron el color;

y allá, a lo sumo, un final benévolo.

Hasta los bares perdieron la superstición;

forzados al embuste, misericordia y dios de bastos.



Sensaciones de infancia que desatan escondrijos

y muerden las arrugas del éter.



         Quiero un jardín donde ver morir a mis rosas

y alejarme de todo lo mutable,

sólo un trámite donde afincar mis huesos;

soy en exceso susceptible a la nostalgia.



Un pedazo de mí de cada barrio se hará fantasma

para espiar el último zaguán de las vírgenes.



Un jardín donde las rosas me vean morir.



SUFRO EL TEMOR DE OTRAS VIDAS (1998)

         Urgido, tal vez, por la respuesta

que nunca hallaré,

me reclamo ahora mismo

desde el olor espeso de la vida.



La luna caía penachos extravagantes

a los bosques cautivos por el sueño.

Entonces el verano criterioso

mudaba los olores.



Ahora creo en la ironía de los fantasmas,

cuerpos que la noche derrama

en el azar del sexo.



Sólo deseo capturar el néctar de las hespérides

y despertar en las parroquias

anticipadas del vino

con mi mendigo a cuestas.



Ahora sufro el temor de otras vidas,

y aunque padezca ilusión

el espejo ya no tiene piedad.

Victor Clementi






No hay comentarios.: