miércoles, 9 de abril de 2014

Los Oscars onda 2013 III


Los Oscar de la Academia, III

Muy grave, Alfonso. Querer trasvasar una aventura espacial —mejor que de ciencia-ficción: se supone sucede en cualquier momento actual de la esfera supraterrestre— en Drama de Actriz suena a disparate: Y de verdad lo es. Gravity no tiene gravitación, y flota en la nada pura como los personajes.
  Uno se pregunta cómo la pasarán los actores prácticamente sin referentes materiales, sobre un ciclorama verde atrás sobre el cual se proyectarán, en el montaje, las fotografías y efectos especiales, que aquí sí son fundamentales, o lo único. Adviértase, Gravedad pinta desde el co-mienzo para aburrida, imperdonable pecado de semejante género. La dra. Ryan Stone, una mé-dica con seis meses de entrenamiento en astronáutica, repara un escaner orbitando la Tierra, junto al galán bromista y seductor, quién sino George Clooney, y de pronto todo sale mal y termina náufraga, incomunicada y sola, en el espacio estelar. La sapiencia técnica del mejicano Alfonso Cuarón, acreedor del Oscar a dirección, consuela del desacierto de esta Robinson Crusoe que, señal de los tiempos, debía ser mujer y llamarse Sandra Bullock.
  Administrados los primeros detalles, la misión quedará abortada, y a la doctora no le quedará otra que pensarse una Ulises de regreso a una Ítaca global, caiga donde caiga. Clooney-Kowalski, solterón e irónico hasta en los peores momentos, se sacrifica: los dos no podrán llegar a una cápsula Soyuz rusa, posta en el camino y vehículo a su vez para que Stone se relance a una estación china, y de allí, soltando lastre, a la atmósfera humana. En un mundo sin enemigos (los fedayines musulmanes adolecen de esta tecnología) algo ha variado, y destruído el transbor-dador americano, por ahí no más anda uno de los hermanos rusos y otro de los hermanos ama-rillos. Cáspita, arribó al cine la certeza del planeta multipolar, aún cuando el héroe, o la heroína, siga hablando inglés de Illinois y lo auténticamente humano le acontezca a ella.
  El problema consiste en que la tal heroína sea Sandra Bullock, triste por morírsele una hijita y, en cuanto tal, más dispuesta a dejarse morir que a luchar el retorno.Una lágrima suya se le derrama, y flota en la cabina de gravedad cero. Alucina a Clooney entrando allí y su fantasma le da el sacudón de consejos, y entonces retoma el comando y la resolución de volver. Como James Franco en 127 horas (Philip Noyce), atorado en una hendidura de roca y pleno desierto, sin celular ni auxilio, pero unos miles de kilómetros arriba, la astronauta B. decidirá si le im-porta o no la vida, y el guión alrededor se trastea en fábula moral, de prepo. No extraña que ambos actores bailoteen en una historia cantada de antemano como chupetes en el ombligo.
  Doce nominaciones, la excelente dirección de Cuarón, apto todo terreno y merecedor de su premio: Hollywood desespera. A la hora de nominar no encuentra candidatos y sale a postular una verdura de invernadero que, lo sabemos, no crece en el vacío. 

Gabriel Cabrejas

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