Ser pobre es carísimo
Los Nuevos Pobres, que la ecología social todavía insiste en ubicar dentro de la Clase Media, probablemente nunca lleguen –lleguemos—a hacer carrera en el escalafón humano, y no es por falta de voluntad o la esperanza de mejores retribuciones: los condicionamientos nos retrotraen por su fuerza de gravedad, chupados por un embudo del que salir implica violar las leyes de la física territorial. Los Pobres de Siempre, cerquita, comparten el destino de los recien llegados, aunque se han adaptado antes, o desde siempre. Empecemos:
Gaseoso: Cuando llega el invierno la extensión del tendido de gas llega hasta el borde de nosotros. La leña y la garrafa tiene a los chicos sin calefacción en las habitaciones, a los padres pugnando dentro de la salamandra, al humo y el hollín de inquilinos. Amén del esfuerzo anatómico de acarrear y enchufar la bombona y cuidarse de las pérdidas, se economiza lo que no debe, limitando el uso del fluido a la cocina, y además hay que mantener encendido el amor ígneo, vivir recogiendo ramitas y tablas, juntar cartones pero no para venderlos sino para azuzar la llama, y lavar dos veces la ropa siempre olorosa a panceta ahumada. La matemática narra que cuesta el triple la calefacción en las taperas de material de la periferia, donde la telaraña de cañerías se pierden. De más está decir que cuesta otra pequeña fortuna extender el tendido, que no tiene en cuenta esos barrios –que por otro lado figuran en los planes de catastro municipal como descampados.
Sólido: También se alterna la recolección de residuos, pasto habitual de las jaurías sin dueño. Cuando milagrosamente se arrastra hasta allí la línea de transporte urbano, suele desdibujar sus recorridos por mor de las calles hechas mierda. El rancho con DirecTV es la única forma de ¿gozar? de televisión vía codificada, carísima. Colgarse de la luz no consuela de los teléfonos públicos destruidos o sin tono; cloacas, ni de miras, se filtra el liviaxado de los pozos negros, que se llenan irremediablemente y La Lujanera inunda a cada rato de miasmas el aire, un gasto extra superior a pagar Obras Sanitarias bimestre a bimestre. A veces la Empresa Prestadora de Electricidad corta la energía a propósito porque un vendaval puede voltear los árboles (muchos espacios verdes, eso sí, porque tampoco se ve pavimentación ni cordón cuneta) y los árboles volteados cortar así los cables de alumbrado. Con la noche se viene la oscuridad, no se instala una luminaria en las bocas de lobo y aguardar un excepcional bondi después de las veintiuna una experiencia de pasible atraco o camping. Hasta hace poco, Internet era cosa de marcianos. Se diseminan las salitas de atención primaria de la salud, sometidas al horario municipal: no se te enferme el crío luego de las dos de la tarde. A tomar un taxi, si se atreve a llegar, a tarifas exorbitantes, o un remis trucho, más barato, pero definitivamente rezagado hasta la desesperación. El polvo de las callejas sin asfaltar es un águila que le morfa los hígados a Prometeo, vuelve a depositarse exactamente donde lo acabás de sacar. Honorarios adicionales en limpieza, cansancio, o cerrar los postigos siempre y morirse de calor y pulcritud.
Líquido: Los vecinos hacen piquetes cuando llueve: no hay veredas, y los colectivos, arrugan el oleaje de los lagos naturales del aguacero hacia las puertas mal aisladas de los frentistas. Agua de pozo, que debe hervirse –en caso de que te hayas provisto de garrafa—o endulzarse con dos gotitas de lavandina, imbebible, sobretodo en verano. Diarreas infantiles son cotidianas. Si te compraste la pelopincho porque queda lejos la playa, como normalmente sucede, sobrevuela el dengue, ya que no será nunca fácil andar cambiando la sustancia. A oblar en botellones de mineral o hacer cola ante un camión cisterna que a veces se acuerda de remitir el Estado. Motor para succionar la napa dos o tres veces al día, dependiendo de si tenés lavarropas, no pagás Obras Sanitarias y a cambio se desborda el presupuesto en electricidad. Si un gobierno decide estirar un caño hasta tu casita, a enrejar el medidor antes de que te lo choreen –nuevo desembolso inesperado.
Mar del Plata sufre un pequeño inconveniente de diseño, que impide expandirse hacia un punto cardinal: el mar. El mapa, pues, se dilata por los otros wines, infinito, con nuevos pobres, nuevos barrios, nuevos countries. Se hace indispensable agenciarse un auto, pero como somos pobres, será usado, y viejo, y costear su mantenimiento, más caro que un Okm, de esos que puede adquirir la gente del centro o las afueras prestigiosas.
Podría seguir sumando. Quien sepa de algo más, que escriba a este blog. No sé por qué los pobres no figuramos en la revista Fortune.
Gabriel Cabrejas
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1 comentario:
Excelente está serie de sociología berreta. Me felicito por haber llegado hasta tu blog :-). La pobreza es un gran arma política, y el Estado la utiliza a la perfección para domesticar a una parte del pueblo. Hoy con un indice de desempleo bajo, la pobreza no ha disminuido en la misma proporción. Esto quiere decir que hay gran cantidad de pobres asalariados que están sosteniendo la concentración económica con sus magros sueldos.
Da para mucho, saludos
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