jueves, 24 de diciembre de 2009

Poemas Ochentosos

Ironía y estiércol


He notado algún musgo irreverente
escalonando, burlándose del sí.
He notado algún residuo en mis yemas
la mueca milenaria.
Un can apolíneo rastrea
cualquier sexo nocturno.
Sus toscas orejas rozan
la mugre depositada por el Hombre.
Halla mi figura y, despectivamente
voltea su caninidad.
Indiferente, una oruga trepa
hacia el cielorrazo.
Insistentemente alpina
ignora la amenaza nuclear.
Hay un espacio ondulado
que se refleja desde el vicio.
Soy un testigo del viento.
Del viento que me anuncia un slogan:
¨Consuma este gorgeo nocturno
junto a su copa amiga...¨
Una hipótesis de estiercol me consume.

Debe estar recostada mi hija
al regazo de la brisa.
Mis últimos centavos se hacen copa.
Un pedazo de vida me acaricia.
Desmenuzo el instante.
Preludio de voces internas e insepultas.
La Noche me distingue
embajador del silencio.
El can nuevamente me ojea despectivo.
Creo que me provoca.
De cualquier modo he traído una navaja.
Hay un espejo que nos separa.
La luna comienza a descender.

La oruga cercana al mostrador.
Mi último cigarrillo se lamenta
inconsolable entre mis dedos.
Soy una costumbre enardecida
a la fidelidad de esta piel
que me consume.
Templo errático vagando por el estío,
la respuesta de todos los juglares.
Pertenezco al siglo,
tributo mi ebria egolatría.
Esparcido en estaciones nómades
involucro la armonía en un bostezo.
Partícipe del movimiento
inhalo los senos del espacio.
Una sílaba en la oración inmortal.

He dejado de gatillar el humo.
La oruga se acerca a mi copa.
Observa el cielorrazo ahuecado.
La oruga trepa el vidrio,
desciende, desciende...
apropiándose del líquido.
El can contempla irónico.
Creo que son aliados,
esa mueca los ha evidenciado.
Sinuosa amistad
entre sexómano y alcohólica.
El can en estática ironía,
jactándose, jactándose...
Su mirada hostil puede desviar la historia.
Compromete el equilibrio ecológico.
Ha de rasgarse la armonía del conjunto.

Retírome vencido.
La Noche me confunde entre sus vísceras.

Alquien se ha suicidado en este día.


Victor Marcelo Clementi
Inédito-Abril de 1982




Sin un esbozo


A veces, cuando siento a mi sangre hundirse en una plegaria
y me comparo con los niños profanados por el hambre,
creo detener la lámpara del sueño
hasta excavarme junto a su imaginación
de pan y magos olvidados.

Muchas veces cuando mi soledad es un trozo
de aliento que estalla la llovizna
en el largo corredizo de las sombras,
y alrededor de mi muerte, los surcos
despoblados me habitan la nostalgia;
creo sucederme infinitamente en silencios
que ya no vestiré de palabras.

Moriré solo, como tantas veces en alguna madrugada,
moriré con el recuerdo de una noche
expandiéndome su abrazo,
sin una leyenda, sin un esbozo.

Pude sembrar en tu vientre alguna existencia,
alguna hierba que acaricie el rocío.
Si me tocara la muerte como un poema inaudito,
por la inminente voluntad de los semidioses encadenados;
mi pena será tu pena,
porque no habrá pena
sino un enjambre de imágenes dispersas.

Y si empuñaras mi recuerdo...
siénteme transcurrir como un sonido
que proclamó la vida y condenó la vida.

Luego de este instante, mi abatido cuerpo
partirá hacia no sé qué destino.
Moriré como los humildes del Tiempo.


Victor Marcelo Clementi
Sens-1985




Hace un siglo


nadie es profeta en su tierra
nadie es profeta en su barro
nadie es profeta en su barrio
nadie es profeta en un año
nadie es profeta en un caño
nadie es profeta ni extraño.

al último profeta le cortaron la luz
al último profeta le labraron un sumario
al último profeta lo visitó un curandero
el último profeta aprendió el abecedario
el último profeta intentó suicidarse
el último profeta es vendedor ambulante

además de psicoanalista.


Victor Marcelo Clementi
Dioses sin Leyenda-1988



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