lunes, 15 de noviembre de 2010

Aquello que no se nombra

No podés andar por la vida
seduciendo inpunemente
así de sediciosa.

Algo tan bello deja siempre sabor a poco.
Encuentro la miseria que declaré perdida,
mejor dicho, vuelve, como un mendigo
a la puerta de mi alma.

Las horas atadas a un barrilete
y justo vos, hechicera, soplás invisible.

Otra vez aprendí que no existe
el para siempre, sin embargo empecino
y me inyecto magia, fumo duendes
bebo sexo con hadas...

¿por qué escapás si nunca te ví?


Victor Clementi

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