La merluza en el ropero para espantar polillas. Por la baranda en la ropa no hay historia, soy tintorero. Pero no tengo más negocio, abandoné hace poco. Resulta que sufrí un ataque de realidad, un shock, un bofetazo; lo cual me provocó decepción absoluta. Deprimido a full pensé en matarme, pero no me convenía: ¿qué iba a hacer después de matarme? ¿y si la eternidad es un embole? O lo que es peor: encarnar en gusano. Más vale permanecer a curtir la que me toca. Y esa leve intuición hacia el destino me abrió un umbral
Como toda película comenzó una mañana. Paveaba yo por las mejillas del pensamiento cuando un graffiti me sedujo: "Sos un espíritu más, la carne es poco. Mudate a otro mundo¨ Abajo una firma: Sandokan. Y un teléfono.
Sandokan, Sandokan... Emilio Salgari, Lady Mariana. Si tuviera que escoger un héroe, a pesar de mi apatía crónica, no habrá ninguno igual. La infancia en una botella que arrojé tan alto pude, aún no encontró piedrazo...
-Y lo llamo- aposté. Y así fue.
Al principio me costó la cosa, pero al tercer mes, exactamente, sucedió: aceleré la desmaterialización. Fue gradual: los dedos del pie, el tobillo, rodilla, coxis, omóplato, clavícula, cráneo, todo...
Durante el proceso lo perdí todo: negocio, minas, vicios, todo. Tuve que esconderme hasta completar la mutación.
Ahora soy todo espíritu, casi, me quedó un detalle: olvidé la merluza en el ropero. Y es imperdonable. Esa manchita de mierda conspira contra mi evolución, la puta madre, ya no seré perfecto
¿Qué hago en el limbo? Acá son todos boludos, impávidos, asexuados, monótonos, pajeros...¿Cómo pianto de esta verga? Ya lo suponía, se lo dije a Parra: ¨tengo miedo de pasarme al lado místico, a ver si no escribo más...
La meditación engendra limbos.
Aunque de posta, lo único que hacía era escribir como un pelotudo. Ahora, paseo como un pelotudo. Estoy condenado...
Otro lapso de comprensión, esta vez me condujo al océano. Por fin me liberé de ese limbo de mierda. Ahora soy un pez, libre, íntegro, en conjunción con el Todo...Paz, siento paz...¡ La reputísima madre, que poco dura la vidurria! Nos engancharon a los vagos en una red, y a la bodega del factoría, en hielo. ¡Qué aburrida es la criogenia! Tener conciencia sólo para quedar inmóvil, cagado de frío. Luego te exponen en una góndola, adornadito con lechuga, y un pelotudo como yo pasa, se tienta, me lleve a casa, sin heladera, y me esconde en el ropero para que no me morfe el gato.
¿Qué hago acá? ¡Abrime boludo! ¿Cómo voy a abrir si estoy adentro, podrido en un paquete? Yo mismo me encerré, ahora sé que la existencia es otro laberinto.
Vicius Clem
victormarceloclementi@yahoo.com.ar
viernes, 16 de septiembre de 2011
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