creí que mis poemas habían muerto
sin embargo, una noche rompieron su ataúd.
soy víctima de un mar hambriento
el ojo insaciable eclosiona en mis pesadillas
urracas furiosas calan las entrañas del amanecer
voy a tener sexo con el agua
a degollar intrusos a sacrificar relámpagos
quizás recordando a Lautremont
náufrago en cicuta
bebo las venas de Drácula
pirateo las aguas del jamás
abro ese cofre y los círculos derraman
la máscara Babel entonces
un motín esquizoide reza en mis hormonas
hartas de lamer el vómito
de un deseo escurridizo
asqueado por tanta insectocracia
y zánganos al borde del reino
te cedo mis ladrones
cada excelsa impureza:
he caído bajo armas sedentarias
"la existencia es un enorme inodoro sin piedad"
repetía el anciano ebrio
golpeándome en los sueños
con su bastón de serpientes.
Vittorio Marcelus
miércoles, 20 de agosto de 2014
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