lunes, 12 de marzo de 2007

Andrógenus y las Lesbianautas

Narra la Mitología del Cosmos, Vol. 3, prologado por el mismísimo H. P. Lovecraft, que llegaron del espacio, camufladas casi con certeza en un meteorito. No siempre fueron así. Una excesiva permanencia en estadio latente, las transformó. A expensas de la premisa ¨adaptación o muerte¨, al carecer de machos de su especie, ellas adecuaron al medio suprimiendo, la necesidad sexual. Luego de milenios mutó su biología: la supervivencia las logró hermafroditas.
Así llegaron constituidas y diseminaron en distintas zonas, a saber: algunas tribus semitas, Sodoma, la isla con su nombre, ciertas tribus amazónicas, etc. Algunos historiadores relacionan su visita con un mandato divino. Otros sostienen que intentaron colonizar el planeta, o que compensaron la barbarie masculina. Además fundaron el matriarcado, el genuino, donde los hombres eran esclavos sementales.
Antonin Artaud, en su inmortal Heliogábalo, acude en un apéndice a El Sisma de Hirshú, de Fabré de Oliver, donde recuerda la separación de los Principios, guerra mediante, entre los partidarios del Macho y la Hembra. Aquí es discutible toda sensación o referencia. Sin abundar en reflexiones caprichosas, lo cierto es que la guerra continúa. Y nos ha legado elementos más que suficientes: signos (+ y –), tesis y antítesis, polaridad, etc. Ahora la guerra es sólo una anécdota a nivel molecular. También coexiste un relato espiritual que desdobla el mismo principio pero en sentido opuesto. Otra parábola.
Bien, retornando al mito, sólo queda mencionar que Andrógenus, supremo dios asexuado (o neutro, límbico, según la cultura) es quien nutre las fantasías mutantes de las lesbianautas. Único e infatigable profeta, a la vez, que las representa en la Galería Divina, esa que tanto proyectamos por ambición o negligencia. Así somos, hechura fantástica.

Víctor Clementi

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