lunes, 25 de enero de 2016

Prolegómeno a toda indefinición poética


Antes de exhumarme

Siempre supe a las palabras sin alma
a pesar de guarecerme en ellas,
son juguetes que no sufren
las pesadillas del Tiempo.

Las palabras son hechizos
caramelos a disolver en el alma de las cosas,
cubos para entrelazar y consentir
hasta que la Nada las disipe

Si el Cielo es benévolo
me regalará una frase.
Yo la mendigo
aún sin pretender esa cruel exactitud.

Puentes Ingrávidos

Intento recuperar la magia del sonido,
intento desquiciarme en una danza monótona
madre de todo ritual que impregna los sentidos,
intento iniciarme en un vahido esotérico
luego que la palabra sea asesinada.

El verdadero arte insiste incógnitas
traduce la profecía de los Cielos
se desvanece en ellos
colapsa.
El verdader arte (atrevo)
se desintegra sólo para regenerar
las formas que Él mismo apuñala.

El Tiempo huele a cómplices,
los últimos alfileres de la lluvia
reverberan en la piel de la mañana.
Empaco mi cuerpo a la década lunes,
estoy tan río
que muero un poco en cada poema.

La suma de todos mis ascos

Harto que defequen poemas
en labios de la muerte,
harto que vomiten palabras
en el espiral contínuo,
harto que eructen conceptos
como si fuesen criaturas libres.

He sufrido laceraciones verbales
y alguien las llamó "poesía"
He masticado estertores tóxicos
y alguien los relamió "poema"

Aguardo una sutil repulsión que corrija
esta displicencia
algo,
siquiera un vacilar que me desdiga
o me confine al silencio perpetuo.

En mí

la poesía moviliza esas placas tectónicas
que descansan en mi sangre
eones y galaxias esculpidas en destellos.
la poesía activa el magma que incinera
las entrañas que luego derramo.
la poesía es lava que borbotean mis poros
sudor de paria exiliado
en la certeza de lo incierto.

Vittorio Marcelus 


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