Cuando resta poco para el final, las grandes preguntas y un puñado de recuerdos vuelven a encontrarnos.
Camino al espejo flamígero
recuerdo los patios coloniales
de mi primera fe,
aquella parroquia donde hallé
revistas del Hombre viajando a la Luna.
Desde entonces mis héroes nacían del Espacio
excepto Sandokan y su Malasia rebelde.
Y esa necesidad de volver al barrio viejo,
al tren sin estación que aún no se detuvo.
Algunos creen que lleva magia
y no debe derramarse.
Vivir en fantasía es no regresar de la inocencia
tan rigurosa y bella que no deja de dolerme.
Vittorius
domingo, 29 de mayo de 2016
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