subyaces allí
en los hombros del otoño
con la premura de las almas
a la deriva
a veces laxa a veces más laxa
tu piel ofrece intrigas
y al igual que tantos peregrinos
ofrendo devoción a esa Meca
el deseo siempre sacía
la sed del beduino
acomoda las esferas
que orbitan el displacer
y el Edén embelesa otra vez
bajo la tutela de fantasías narcóticas
solías arrancarle aromas al momento
solías dibujar sonidos con los ojos
entonces te guarecías en los templos de la lluvia
lujuria de perderte
cuando nadie te reclama.
Victor Marcelo Clementi Nasif
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