Bastaría rememorar, allá por los 60, la primera versión de Viaje a las Estrellas: tripulantes con minifaldas y peinados verticales, como la mamá de Mafalda; el sobreactuado protagonismo del Capitán Kirk, siempre a los trompazos contra los extraterrestres, similar a Jonh Wayne; un Mr Spoke que sólo levantaba una ceja, como si pasara la seña del ancho de espada junto a su hiperlógica muletilla: fascinante..; El Enterprise, una nave de plástico rellena con plastilina, igual a los autitos de carrera, cuando de pibes los hacíamos más rápidos. En definitiva, una versión psicodélica de aquellos años que hacían suponer un futuro de ciencia ficción, bastante más lento que lo presagiado.
Todo aquello que nos parecïa mágico, inminente, los ojos del hoy lo ridiculizan hasta lo bizarro.
Cualquier dibujito animado exhibe monstruos que asustan más que esos alienígenas ridículos, con menos terminación que Frankenstein.
Es cierto que la atemporalidad en el juicio es una falacia, pero la perspectiva tiene, como en este caso, fecha de vencimiento.
Aún así la nostalgia que todo lo puede, nos evoca esa fantasía recurrente, para sospechar tal vez, aquello que perdimos.
Victor Clementi
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1 comentario:
Excelente!
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