sábado, 24 de octubre de 2015

No son los astros, son los desastros

la gitana que me prometió fortuna, ha mentido,
el Tarot que me indujo al amor, fue una baraja infiel,
el numerólogo que vislumbró mi suerte
está preso por estafador,
el vidente que profetizó mi muerte, no pudo preveer la suya
cuando lo atropelló un ciclomotor,
además, jamás acertó a la Quiniela,
el astrólogo que me redactó un inmejorable destino
resultó un heroinómano fabulador,
en ese entonces yo leía El Arte de la Guerra
por el Coronel Aureliano Buendía
quien promoviera 32 insurrecciones armadas:
todas perdidas,
el psicoanalista que trataba mi neurosis
abusó de una anciana,
otra que violín: un Stradivarius

pero esa niña chorreando mocos en la villa
aún me hace creer en la inocencia.

Vittorio Marcelus

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