me duele el cielo
falta hambre en las ranuras,
noches sofocadas con adjetivos
fornican con la profecía de saberse inútiles,
noches espesas
pellizcan el sonido de una fantasía,
noches de maniáticos arrogantes
que moldean paisajes para mutilarlos,
noches como niños
auscultan con los ojos desnutridos
rol imposible de lunas
en el decanato de la infancia
tras destierros permanentes
sería un correctísimo letargo
añadirme a lo vacuo.
Vittorio Marcelus
lunes, 22 de agosto de 2016
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