lunes, 5 de febrero de 2007

Ingredientes y mala praxis

Desde hace algùn tiempo, resulta que el chet-set cultural continùa enbelesado con la mùsica y las costumbres gaèlicas. En otras èpocas, recuerdo, eran todos Mapuches. Màs allà del interès antropològico que despierten dichas culturas, y que debamos una responsabilidad solidaria con el patrimonio que nos legaron, no seamos hipòcritas-demagogos, no les llamemos hermanos.
Una palabra no nos transforma en "progre". Estamos màs cerca de los colonizadores que de las plumas, por sangre y portaciòn de apellido. Las culpas no se lavan con adhesiones y pancartas. Evocar no nos convierte en nativos que comulgan con la Pacha; ni cerrar los ojos y respirar profundo en sacerdotes Zen. Basta ese verso...
Muchos aspirantes a la conexiòn-còsmica-universal, sin embargo les repugna la cumbia villera (algo cercano a su entorno actual), como si no fuese autèntico el lenguaje marginal, una especie de subcultura que tambièn, como todo artefacto oriental, apropiò un segmento de la clase media, tal vez harta de tantos valores mentirosos.
¿Acaso la cumbia villera no es cultura porque desafina? ¿O porque sus letras reivindican un estilo ocasional de exclusiòn? ¿Què desafina màs, la cuota elegante de muertes aceptadas por el Occidente proclive a Bush o su plan de exterminio preventivo?
La intolerancia se manifiesta de diversas formas; la màs frecuente quizàs se degradar al pròjimo, tratarlo de inferior en un escala racista reprobada unànimemente por el màs elemental sentido comùn. Pero la peor manera, la encubierta y por ello la màs peligros, es creerse superior a los demàs, el pueblo elegido, el prometido de Dios, con derechos incomprobables; y utilizar a la religiòn, al estado y a la opiniòn pùblica como herramienta represiva. Los alguna vez denominados falsos profetas nunca perdieron el poder, sòlo que ahora, en esta sopa mediàtica y global, los comunicadores sociales son las nuevas marionetas del imperio que compite consigo mismo, que desmiembra en marcas y slogans àvidos de nuevos discìpulos que sostengan el gran engaño que nos bebe.
En la verdadera confrontaciòn entre Oriente y Occidente no concurre necesariamente la fe, aunque esta sea la excusa primordial de los Nuevos Cruzados, que entienden al tercer mundo como un documental de National Geographic; campo de prueba ùtil y descartable para todo ensayo de laboratorio, medicamentos experimentales o gases tòxicos, donde desnutridos, apestados y aberraciones varias son la cifra indispensable para completar una estadìstica: la que dice que estamos atràs, muy atràs en el alfabeto del mundo.

Victor Clementi

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