Nací en esta cueva. No recuerdo otra cosa. Escuché que cuando llegue el momento podré salir a observar al mundo. Mientras tanto nos enseñan a conocer. La historia de nuestro mundo queda tallada en las paredes. Y todo lo que ocurre y aprendemos deberá recordarse con las manos. Las manos del Tiempo. Así supimos nacer. Del otro lado de los muros ocurren las aguas. El sonido del agua es permanente. Nos enseña el habla. La oscuridad nos enseña a ver. Sólo una parte. La otra parte, la verdadera, la aprenderé cuando el momento me venga a buscar. Sólo allí sabré lo que no está escrito. Mientras tanto, el agua nos habla en los grabados de roca. No lo vemos, pero lo sospechamos. Aprendimos a sospechar. Aunque nunca de nosotros mismos. Eso es para los sabios, es decir, para los que aún no nacieron. El sonido del agua nos enseñó eso. No nacieron pero están. Lo complejo a resolver. Un acertijo, una salida. Hacia la luz que nos hará sospechar. Mientras tanto...
Victor Marcelo Clementi 2009
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1 comentario:
A veces coincido con Suzuki " lo que no es paradòjico no es verdadero". Un abrazo. Liliana
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