jueves, 22 de octubre de 2009

Sobre la existencia de Marcel Nasif (Humor)

por Jean Michelet


Sr Director:
Gracias a un amigo español, quien me enviara los datos del Blog La Cocuzza, pude leer y no menos que asombrarme, al notar el nombre de quien fuera mi vecino, en un altillo del Boulevard Lamartine. Recuerdo a Marcel como una persona silenciosa, hermética, y que tal vez abusaba con los CD, siempre los mismos: Eric Clapton y Guns and Roses.
El destino nos presentó una ocasión, en que, subiendo las escaleras, tropezó, hecho por el cual varios de sus libros cayeran. Allí me sorprendió ¨Las Iluminaciones¨de Artur Rimbaud, quien fuera abuelo de mi bisabuelo, dicen, en una muy esquiva coincidencia, además de incomprobable. Según mi tía Sophie, antes de viajar a África, Rimbaud tuvo un romance con mi antecesora, creando así un linaje sospechoso.
Pero al márgen de mi confidencia, fueron las simpatías literarias las que nos comunicaron con Marcel. Fue desde septiembre del 2007 hasta fines de año, creo. A partir de las escaleras comenzamos a frecuentarnos dos o tres veces a la semana; intercambiando poemas, libros inconfesables, vinos y hasta alguna que otra prostituta. Una noche me confesó detalles de su pasado, los que me hacen confiar en que hablamos del mismo sujeto.
Un hecho a destacar, y hasta donde me permite la obligación moral de no traicionar a mi amigo, Marcel, cuando huye de Argentina, se enlista en un grupo armado. Lo trasladan a Palestina, pero como no era musulmán, lo obligan a realizar un Curso Acelerado; el cual no termina, debido a que se negaba a agacharse cinco veces al día para orar por un dolor crónico en sus rodillas. No sólo eso, lo pescaron fumando marihuana en el baño. Por ofensas al Islam lo encarcelaron. Y cuando faltaban horas para que lo ejecutaran, un cohete israelí derribó una pared de la prisión. Marcel escapó hacia el Líbano. Hasta allí sé de su vida, o mejor dicho, es lo único que me autorizó a confiarles.
Ahora recuerdo exactamente la fecha: un 17 de diciembre, sí, del 2007. También desapareció. Me percaté de ello al ver su puerta entreabierta. Me permití entrar, ya que éramos confidentes, y ya no estaba. Sólo había dejado unos manuscritos, y encima de los mismos, un sobre a mi nombre con otros detalles que juré no divulgar.
Sensiblemente les escribe Jean Michelet.
Octubre del 2009 desde Mesón Valery

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