Llueve la tarde
cae el tiempo detrás del vidrio
las chicas coquetean por los charcos
evocan indecisas cadencias de rayuela
cuando las vainas del sol
flotaban en sus trenzas
el hueco del recuerdo desviste cielos
con la pausa de quien abusa eternidad
ellas suponen a la muerte esquiva
otro simulacro que ahorcó la costumbre
ellas salpican fuego incoloro
en el laberinto de un poema
dios es un robot que bebe sexo.
Victor Clementi
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