viernes, 29 de enero de 2010

Mente Colmena

La mayoría de las Utopías, aún las más libertarias, están concebidas bajo códigos enjambre. Para que se cumplan dichas profecías fuera del terreno ideario, hace falta un Hombre Perfecto. Y la definición de Hombre es la contraria.
Antes del Capital ya existían pecados capitales; la plusvalía no comenzó al invocarla. Si no incluimos la ambición del ego en la ecuación, la resultante será inexacta. Siempre. La arquitectura del Hombre Perfecto no contempla sus miserias, o las aliviana; porque dado el razonamiento, en una Sociedad Perfecta no habría miseria, al menos externa. El Hombre Perfecto es casi un robot al servicio de la solidaridad, el trabajo, el respeto y demás valores altruistas. Un Mundo Feliz, de Huxley, ya lo plantea.
Nuestra Cultura exhibe como ejemplo de organización social a la Colmena, es decir: millares de subindividuos que responden al unísono; autómatas, una sola mente colectiva. Con clases definidas: reinas, obreros, zánganos, soldados. Todo un modelo para emular: la vida del insecto, donde la libertad excede las fronteras de la duda , el deseo y la sospecha (elementos que incitan a la rebelión).
Cualquier Utopía acaba por someterse a la funcionalidad. O sea, optimizar la producción en vísperas del bien común. La premisa: derretir en la Idea Perfecta de Sociedad: soldados definidos, nomenclaturados. Poco falta para el código de barras en la nuca, para filtrar cualquier pensamiento no autorizado. No existe Civilización sin represión; ya se han intentado formatos socialistas y libertarios sin que las bacterias de la esclavitud fenezcan. Será tal vez porque el Hombre lleve consigo el autoritarismo, la discrecionalidad, y eso lo convierta en su propio enemigo. Vencer tamaña paradoja irresoluta debería ser el postulado del Hombre Pendiente.


La Blinda Rosada Setiembre 2006
(versión retocada)
Victor Marcelo Clementi

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