lunes, 8 de marzo de 2010

Las callecitas del Tiempo

Andaría cerca de los once cuando intenté aprender ajedrez en una academia bien barrio.
Una vez conocidos los nombres y la función de cada pieza, el profesor hacía simultáneas con los pichones.
Una tarde, en pleno juego, estaba yo concentrado en las posibilidades de hacer digna la derrota, cuando el master me increpa: ¿Y?
-Estoy pensando -le contesto
Entonces me nockeó: Pibe, piensan los que saben jugar. Vos, mové…
¨Muchos años después, frente al espejo de fusilamiento¨ recordaría aquella frase con mucho menos rencor, cuando un maestro me invitara a conocer el mundo.
Hoy, casi perdí los conventillos del ayer, las plazoletas lentas, justo tres minutos antes del crepúsculo.
El tren de la infancia sólo parte. Humo escurridizo.
Hoy soy un apenas. Me siento trasgredido por una aceleración cruel. Parece que la supervivencia apurara, que exigiera un entrenamiento militar.
Tengo que decidir más rápido, ejecutar eficientemente, comunicarme a lo indio.
La vida asemeja a un videojuego:
Matar o Morir
Premisa: Eliminar
Otro Crédito: Renacer.
Encarnar: La Timba Eterna
Los estíos ya no antes.
La pulsación solar acelera
Me perdí de tanto Tiempo
No sé si fue una apuesta o un descuido
Indefectiblemente seré abono ingrávido, lo que no permitirá añorar, excepto trasmigre al mínimo polen, al bulbo que contenga lo expansivo.
Nada detiene, la escala progresa. Sin embargo muchas veces me refuto este maravilloso legado de saber detener al Tiempo en un recuerdo.
Y regresar una y otra vez a la Estación de la Infancia, a las callecitas que nunca me dejaron.

Octubre 23.09 - Victor Clementi

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