Amo a las mujeres leves, muy breves,
similares a un hechizo.
Amo las mujeres que me guardan
en un pedazo de sus labios,
que me esperan en sus pechos.
Amo las mujeres taciturnas,
se me ocurren perezosas
como el vino de una promesa.
Amo me sobornen con ese aire
de gorrión sin infancia,
cuando bromean barriletes
en algún surco de la nostalgia.
Las amo misterio, altivas
igual a una tentación difícil de resolver.
Amo a su belleza jactarse de la muerte
coqueteando entre aullidos y aliento,
así me espantan el tedio.
Las amo hasta cierto punto predecibles.
Las amo serpentear entre ángeles
cuando la piel seduce al paraíso.
Las amo tutearse con el absoluto
desvestidas sobre el universo,
escurriendo en un silencio
que apaga cualquier contradicción.
Las amo discutir el argumento de mis manos
o cuando disimulan esos olvidables
pretextos para acercarme.
Todo se resume y se desdice,
todo, excepto su belleza.
Victor Marcelo Clementi
Publicada en la Revista Lilith
2006
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario