No me dejes caer en el resentimiento
que vomita virus mutantes.
No permitas que juegue a la catarsis
que sólo transfiere inarmonía,
como el juego de la mancha.
No toleres que la arrogancia me persista,
emana la tentación por sentirme insignificante.
Acudo a la vibración hermética
para volatilizar esta secuencia de carne herida,
aléjate disfraz, caparazón de niebla...
por los siglos de mis dudas
amén.
Vittorio Marcelus
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